Vitoria. Olivia de Borbón es la imagen de Aristocrazy, la línea más juvenil de la joyería Suárez. Asegura que le gustan mucho los diseños de la marca que representa. Es divertida y realista, sabe que su apellido abre puertas, pero que también las cierra. Le gusta trabajar y su ilusión es formar una familia. No quiere un príncipe azul, prefiere un sapo que le haga reír.

¿Le gustan las joyas?

Me gusta todo lo que brilla, desde pequeña. Recuerdo que cogía el joyero de mi madre e iba sacando todas las joyas.

Como una urraca...

Ja, ja, ja. Más o menos, me gustaba todo lo brillante desde niña. Sin embargo, en vestir, huyo de todas las prendas que lleven brillos.

¿De qué joya no prescinde?

Cuando empecé a trabajar en Aristocrazy fue cuando empecé a conocer las joyas. Ahora, te puedo decir que no puedo prescindir de nada porque he aprendido a vestirme a través de las joyas.

¿Brillo dorado o plateado?

Depende de la ocasión, y ahora mismo a través de la firma lo mezclo todo: oro blanco, oro dorado, oro rosa y plata. La tendencia es ponerse todo.

¿Coqueta?

Todas las mujeres los somos, creo que todas las personas, también los hombres. Soy menos coqueta de lo que parezco. Soy muy chico en el fondo.

¿Cuánto pesa el apellido?

Lo que uno le deja pesar. Yo me crié en Estados Unidos y allí mi apellido era uno más; así he vivido mi vida siempre. Es cierto que me abre las puertas, pero luego tengo que demostrar que valgo el doble y aún así me critican.

¿Cómo encaja las críticas?

Hay que saber encajar las críticas, pero hay algo que me duele especialmente, que la gente me critique antes de conocerme. Si después de conocerme, quieres juzgarme, criticarme, lo que quieras, me parece perfecto, pero primero tienes que conocer a la persona.

¿Es difícil mantener las distancias con la prensa rosa o con los programas de televisión que se dedican a la crónica social?

Yo no mantengo la distancia nunca. En todos estos años de trabajo he conseguido una posición de respeto y de cariño con la prensa. Ellos hacen su trabajo, yo hago el mío, y nos necesitamos mutuamente. Es cierto que intento mantener parte de mi vida privada, no me gusta hablar de mis amigos, de mis relaciones o de mi familia. Pero si alguna vez sale una foto, yo lo entiendo, es su trabajo y les doy la enhorabuena. Lo único que no entro es en ese juego de vida personal. Cuando hablo es por mi trabajo y lo hago con una ilusión tremenda.

¿Cierra puertas el apellido?

Abre puertas, ya te lo he reconocido, pero también te las cierra. Tiene las dos variantes. Lo que ocurre es que a veces parece que me tengo que justificar por llevar este apellido, del cual me siento muy orgullosa.

Podemos hacer un poco de historia con usted. Participó en un programa de televisión, un reality, realityLa granja

Ha pasado muchísimo tiempo; más que en cantidad, es que mi vida ha cambiado tanto que me parece otra vida totalmente diferente.

¿Volvería a hacerlo?

No, pero no me arrepiento. Creo que fue una experiencia magnifica, aprendí muchísimo, muchísimo...

Ese tipo de programas son una exposición absoluta. ¿Lo paso mal?

Era el principio de este tipo de programas y no sabía realmente que me iba a exponer tanto. Llevaba mucho tiempo viviendo y estudiando fuera y no me di cuenta de la envergadura.

¿Nadie le aconsejó?

Mi padre me dijo: "Yo te diría que no lo hagas pero, como siempre, es tu decisión". Y de los errores se aprende, aunque te puedo decir que me lo pasé magníficamente dentro, fue una experiencia maravillosa con mis compañeros. Fue brutal la salida.

¿Cómo de brutal?

Mucho cante. De repente, te rodeaba la gente. Recuerdo que un día fui al Corte Inglés, necesitaba comprar algo y me vi rodeada de doscientas personas, parecía que todo el mundo me conocía. Después de todo esto, estuve dos años retirada de la vida pública totalmente. Me fui a vivir a Barcelona y viví otro tipo de vida, miraba hacia mi misma y hacia dónde quería enfocar mi carrera. Me di cuenta de que esa experiencia que había vivido no era la manera de enfocar mi vida.

¿Hacia dónde enfoca su carrera?

Hacia mi trabajo y mi vida hacia mi familia, y a tener algún día familia propia.

¿Dice su edad?

No me importa decirlo, pero no me apetece; más que nada porque como todavía no estoy casada y no tengo familia, me da apuro.

¿Apuro?

Parece que te dicen eso de: te vas a quedar para vestir santos, no te vas a casar nunca. Mi gran ilusión es encontrar la persona de mi vida y formar con ella una familia.

¿Cuesta mucho encontrar el príncipe azul?

Sí, cuesta. Príncipe azul, no sé. He crecido rodeada de príncipes, casi que prefiero un sapo en el que pueda confiar y me haga reír. Que me hagan reír es lo que quiero. Yo trabajo, soy independiente, no necesito que me salven. Insisto, me gusta que me hagan reír.