El argentino Horacio Coppola, considerado un maestro de la fotografía local, murió a los 105 años en Buenos Aires tras una nutrida carrera, alimentada por variopintos retratos de su ciudad que protagonizaron numerosas muestras e ilustraron populares textos, dijeron ayer sus allegados. Siempre acompañado por su cámara Leica, Coppola se convirtió a lo largo de su trayectoria en los ojos porteños del siglo XX de la mano de fotografías que exhiben múltiples rincones de la capital argentina. Coppola, cuyos restos fueron inhumados en un cementerio de la localidad bonaerense de Pilar, recibió además el Gran Premio del Fondo Nacional de las Artes y fue declarado Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires en 2003.