Donostia. EL ballenero vasco es un ser mítico y simbólico en la cultura vasca, dejó dicho Julio Caro Baroja. Aparecieron descritos en la primera Enciclopedia de la historia, la de Diderot y d'Alembert, su imagen está representada en escudos de muchos pueblos pesqueros vascos y las últimas cacerías de los mastodónticos mamíferos que ya impresionaban desde tiempos bíblicos aún son recordadas como hazañas en nuestras costa.
El año pasado se inauguró la exposición Baleazaleak. Cazadores de Ballenas en el Museo Naval-Untzi Museoa de Donostia, que aún se puede visitar. En la muestra se ofrece una perspectiva de la aventura que los pescadores vascos emprendieron entre los siglos XII y XVIII. Más de 700 años surcando los mares en busca de una temible presa dejaron huella tanto en el imaginario colectivo como en las representaciones gráficas de esta práctica. Ahora, esta memoria no solo se puede repasar en el museo donostiarra, sino que puede seguirse al detalle en el libro Balleneros vascos. Imágenes y vestigios de una historia singular, que ha editado el propio museo.
Este libro, elaborado por el mismo comisario de la exposición y codirector de la institución, José María Unsain, no es un catálogo de la muestra, sino que ejerce como complemento necesario, ya que su autor se dio cuenta de que había una falta de publicaciones sobre las manifestaciones visuales de este tema. "El proyecto era hacer un folleto informativo", recordó Unsain en la presentación del libro, "pero vimos que había una laguna en el terreno de la investigación de las imágenes relacionadas con el mundo ballenero", si bien la historiografía referida a la caza de estos cetáceos "es un ámbito desarrollado". "Faltaba una visión más global", añadió el autor, y es el aspecto que quiere aportar Balleneros vascos.
269 imágenes La obra incluye 269 reproducciones que abarcan un gran arco temporal y una ingente variedad de imágenes, que van desde grabados a mapas, pasando por ilustraciones modernas, fotografías e incluso vidrieras y logos de marcas. Unsain no se ha ceñido a recopilar solo muestras de la época en la que los vascos eran el terror de las ballenas, sino también "cómo nosotros vemos la caza de la ballena", apuntó Soco Romano, codirectora del Museo Naval. Por ello, hay un capítulo dedicado a la memoria y al imaginario, repasando actualidad y pasado.
Las imágenes provienen de una gran cantidad de instituciones, museos y colecciones vascas e internacionales. Pero Unsain también encontró muestras de esta práctica en bares, restaurantes, ayuntamientos y sociedades de Gipuzkoa.
Las imágenes de Balleneros vascos "están apoyadas con una serie de textos sintéticos que ponen al día la historiografía y que da un carácter divulgativo importante" a la obra, aseguró su promotor. Estas descripciones se encuentran tanto al inicio de cada capítulo como en forma de extenso pie de foto.
La obra está dividida en siete apartados que siguen la evolución cronológica de la representación ballenera. En el capítulo dedicado a la Edad Media destaca un sello de Hondarribia, "la primera representación europea en la que se ve un arponeo de una ballena desde una chalupa", reveló Unsain, y el estandarte de la Cofradía de Mareantes de San Pedro, del mismo municipio.
El siglo XVI fue el de mayor auge de la caza de ballena, "cuando los vascos consiguieron la hegemonía de la actividad ballenera y la desarrollaron como una actividad integral e intensiva en la que se capturaba la ballena y se procesaban sus productos (barbas, aceite...) y co-mercialización", explicó el autor de la obra. Al animal cazado se le tenía por un ser temible, como se puede comprobar en el tapiz flamenco del Museo de los Ufizzi que evoca el festejo que Catalina de Médici ofreció a la corte española en el río Adour, y en el que se representa una escena de arponeo y arcabuceo con una ballena artificial a la que le salía vino tinto como si fuera sangre.
En la centuria siguiente los vascos repartieron su maestría por el mundo, como lo atestiguan el manuscrito del capitán inglés Robert Fotherby y un óleo holandés en el que se representa la instrucción de unos balleneros vascos a marineros de aquel país.
Tras el declive del siglo XVIII, durante los siguientes años se recuerda el esplendor pasado, hasta que, a partir de 1960 se suceden las ilustraciones y representaciones didácticas y nostálgicas de la época.
El trabajo Balleneros vascos presenta novedades museográficas, pero también incluye muestras del interés popular que ha ejercido esta práctica, mostrando cómics, cristaleras de restaurantes e imágenes comerciales. Porque resulta difícil olvidar aquella época en la que el hombre se enfrentaba con sus manos y pesados arpones a seres surgidos de las profundidades marinas, una época que queda reflejada en estas imágenes.