Vitoria. Alain Xalabarde renunció a un puesto bien remunerado -proyeccionista en Londres- y lleva un año sin trabajo. Lo dejó prácticamente todo para emprender una película "ambiciosa y arriesgada". La ambición de El último roble no proviene tan solo de su sinopsis -la transformación de una Euskadi independiente en una una república independiente de Euskal Herria- sino de su vocación y plan de trabajo, al menos en Euskadi. "Pienso buscar medios alternativos y financiación privada de Estados Unidos para costear el presupuesto, unos dos millones y medio de euros", añade Xalabarde, que presentó su plan de actuación el pasado viernes en el Hika Ateneo de Bilbao.
Es lo que es, de momento, El último roble, un proyecto que espera tomar fuerza en los próximos meses gracias al interés que pudiera despertar en Estados Unidos, incluyendo a los descendientes de los pastores vascos con posibles, que "tienden a idealizar Euskal Herria".
Alain Xalabarde, formado en Nueva York y autor de diversos cortometrajes, tiene muy claro qué es lo que quiere y cómo lo quiere. Un entusiasmo que sabe contagiar a su entregado equipo artístico y técnico. "Estamos ante una historia de ficción y el guion está muy bien", incidía el actor Mikel Martín ante el interés del público por el carácter político de El último roble, que contado a golpe de titulares podría parecer aún más estrambótico.
La actriz Yannick Vergara matiza: "No es una película partidista; lo importante es el interior de los personajes reflejado en un marco concreto". Y ese contexto ficticio empieza con un nuevo mapa político: Gipuzkoa y Bizkaia formarían la república independiente de Euskadi en 1996, en plena guerra de los Balcanes, en una Europa que no supo reaccionar a tiempo. Un estilo americanizado bajo los parámetros del thriller y la acción le daría un toque "postapocalíptico". "Tiene mensaje y entretenimiento", comenta el director. "La historia, poco a poco maduró hasta hacerse más creíble y menos surrealista", explica, aunque cueste lo suyo. El equipo, tan plural como los personajes del filme, espera que el público potencial "será capaz de reconocer quién es quién en la película". Xalabarde no era partidario de dar nombres de los partidos políticos y aún está dudando si cita a ETA o no. "A los americanos les parece una historia exótica y no intercederán en la historia", insiste.
La película -de momento se ha rodado un teaser, es decir, un vídeo de un minuto que se utiliza para su promoción- tendrá diálogos en euskera e inglés, pero la lengua predominante será el castellano. El teaser, con un coste de menos de 1.000 euros, fue rodado en un colegio abandonado de Arrigorriaga, Zorrozaurre y el puente de Deusto. "Vino un municipal al colegio a decirnos que no se podía estar ahí. Los seis coches aparcados fuera nos delataron,", recuerda. No fue la única aventura del rodaje: El primer día se "inundó" Zorrozaurre y terminaron empapados. También actúan ocho guerrilleros espontáneos, "que parecían cuarenta", parte de una sociedad enferma y totalitaria donde se cometen ejecuciones. "Al primero lo ejecutaron en calzoncillos para no asustar del todo a los americanos", bromea Xalabarde.
El último roble ha fomentado una campaña para conseguir fondos para mover el proyecto ante posibles mecenas o promotores. A través del crowfunding intentan aunar las primeras ayudas y crear una comunidad que lo apoye con su aportación (entre diez euros y más de 10.000 euros).
El equipo tiene claro que una vez que una entidad extranjera se interese por el proyecto, las productoras vascas, poco receptivas hasta ahora, mostrarán más interés. "Es un guión que cuesta moverlo por aquí", comentó Mikel Martín. Y el director lo corroboraba: "La financiación de fuera me dará más poder".
Alain Xalabarde, criado en Sudáfrica y con una temprana incursión en el mundo audiovisual, está convencido de que conseguirá el presupuesto necesario. Con una mentalidad demasiado anglosajona para la estructura audiovisual vasca, más dependiente de la cultura de la subvención, entiende que su película debe ser rentable y que los inversores deben quedar satisfechos. "Quiero empezar una carrera y no quedarme en un intento fallido", resumía. Por eso mismo, espera que El último roble anime a los más jóvenes a que se arriesguen y "busquen fondos privados".