MADRID. Activista política, pionera del aerobic, empresaria millonaria, mito sexual y actriz de amplios registros dramáticos, Jane Fonda había tenido más de siete vidas en 1986, cuando tras una gran interpretación en "A la mañana siguiente", de Sidney Lumet, sugirió que su carrera en el cine se había acabado.
Con ese filme recibía su séptima nominación al Óscar en dieciocho años, estatuilla que había conseguido en dos ocasiones (con "El regreso" y "Klute"), y con aquella decisión dejaba huérfano al celuloide de uno de sus rostros más vibrantes y expresivos.
Todavía estrenaría dos películas más -"Gringo viejo" y "Cartas a Iris"-, pero su boda en 1991 con el magnate audiovisual Ted Turner redondeó ese retiro dorado que le permitió dedicarse a causas humanitarias y pasearse solo de vez en cuando por la alfombra roja de los Óscar. Cuando se divorciaron en 2001, se volvieron a oír ilusionantes campanas de regreso que no se confirmaron hasta 2005.
Para la legión de fans que siguió echándola de menos dieciséis años después, su elección para esa vuelta fue más que discutible, pues ejerció de suegra malévola y caricaturesca en una comedia intrascendente al servicio de Jennifer López titulada "La madre del novio".
Pero ahora, a sus 74 años, con una madurez envidiable, Jane Fonda parece que por fin ha recuperado la forma y el fondo. En "¿Y si vivimos todos juntos?", dirigida por Stéphane Robelin y de estreno este fin de semana, apuesta precisamente por un envejecer digno junto a Geraldine Chaplin y Guy Vedos.
Hablando un espléndido francés, Fonda interpreta a Jeanne, una mujer que, enferma de cáncer y con un marido con principio de Alzheimer, se resiste a acabar sus días en un asilo y monta una comuna de lujo con otros compañeros de generación.
Enérgica y sutil en su interpretación, Fonda desempolva esa mirada desencantada pero dispuesta a seguir adelante que lució desde "Danzad, danzad, malditos" hasta "En el estanque dorado" y que le convirtió en una mujer con personalidad de armas tomar.
Tras sus causas pacifistas, la más oscarizada de los Fonda -su padre, Henry, llegó a maldecirla por ganar el premio antes que él- y quien fuera apodada como "Hanoi Jane" por su oposición a la guerra de Vietnam, sigue mezclando compromiso y belleza en esta cinta que promete revitalizar su denostada carrera.
El siguiente paso será también sensiblemente político, pues interpretará a Nancy Reagan, viuda del expresidente de EE.UU. Ronald Reagan, en la película "The Butler", una aproximación a la figura de Eugene Allen, mayordomo que sirvió en la Casa Blanca entre 1952 y 1986.
Y siendo fácil descartar que retome aquella etapa marcada por Roger Vadim y "Barbarella" o recupere sus mallas de aeróbic, ¿se puede decir que ha vuelto la Jane Fonda más política, la que en 1970 posó con el puño en alto en la ficha policial tras ser detenida en el aeropuerto y que se casó en 1973 con un líder pacifista? ¿O es el síndrome de "la espléndida madurez de los Fonda"?
Teniendo en cuenta que Peter Fonda, su hermano, no fue nominado como actor al Óscar hasta 1997, por "El oro de Ulises", y su padre no lo ganó hasta 1981 y a título póstumo por "En el estanque dorado", es fácil concluir que a Jane Fonda le queda cuerda para rato.