josÉ María Iñigo es un personaje del mundo de la comunicación que se asomó a los medios desde el escalón profesional más sencillo en las instalaciones de Radio Bilbao, especializándose en temas de música moderna (El Gran Musical, El Musiquero, 40 principales) y convirtiéndose en animador de la canción pop que en los años sesenta iniciaba una travesía que ha desembocado en el actual fenómeno musical mundial. Su paso por TVE es recordado por un programa de entrevistas singulares y actuaciones atractivas Estudio abierto, como la no olvidada de Uri Geller y sus poderes telequinésicos doblando cucharas en directo. Con la explosión de las teles privadas presentó varios espacios que pasaron con más pena que gloria y actualmente tiene presencia importante en el magacine de fin de semana de RNE, No es un día cualquiera de Pepa Fernández. El pasado año sustituyó a Uribarri como comentarista de Eurovisión. Camino de los setenta años, la trayectoria de este polifacético periodista, capaz de presentar un musical, entrevistar a un premio nobel o animar el micrófono, mantiene una característica esencial fijada en el modo próximo y caliente de encarar asuntos, personajes y contenidos, desde un ángulo cercano y franciscano que facilita la identificación del consumidor y el comunicador. Prensa, radio y tele se suceden sin solución de continuidad en el currículo de un bilbaíno que ha vivido los años finales del franquismo y transición. Estudio abierto fue su gran éxito de masas, 1971, con audiencias impensables en la actualidad. Un tipo necesario para conocer y entender la tele de anteayer. El pasado sábado sudaba tinta china para amenizar las horas de Eurovisión con ramalazos de euforia patriotera. La noche eurovisiva es el reto más exigente para un presentador y si hay dudas, pregunten al incombustible Iñigo.
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