Cannes. El realizador Jacques Audiard y la actriz Marion Cotillard emocionaron y pusieron el tono serio en Cannes con un drama, por momentos demasiado lleno de historias paralelas, pero rodado con maestría, de forma muy realista y sin condescendencia alguna por los problemas de los personajes.

De rouille et d'os es una dura historia que emocionó a la actriz cuando leyó el guion pese a no comprender realmente a su personaje, Stéphanie, una entrenadora de orcas que conoce una noche a Ali, un exboxeador perdido que debe hacerse cargo de su hijo de 5 años.

"Cuando leí el guion me sentí conmocionada por la historia", explicó ayer Cotillard en rueda de prensa en Cannes para presentar una película que forma parte de la sección oficial y que ha cambiado el tono del festival tras la comedia con la que ayer Wes Anderson abrió el festival. Una historia basada en relatos del canadiense Craig Davidson, caracterizados por un universo de personajes desclasados, en medio del cual Audiard y Thomas Bidegain decidieron poner una historia de amor. "Tras mi película anterior (Un profeta), que se desarrollaba en una cárcel, sin luz, en espacios confinados, sin mujeres...teníamos ganas de ver una historia de amor, de espacios, de luz...", explicó el director. De ahí que la historia, sombría por su contenido, se desarrolle en Cannes, un lugar lleno de luz que Audiard capta de manera magistral con una cámara digital, casi siempre en mano, con la que ha logrado unos bellísimos planos que contrastan con la dureza de la historia en la que se ven envueltos los protagonistas. Personajes en tiempos de crisis en una historia en la que los elementos principales son los sentimientos y la violencia. Pero que no están tan lejos de la gente corriente, señaló Cotillard, que consideró que la historia entra "en la desgraciada normalidad de mucha gente", de personas que tienen pruebas a superar y que lo hacen lo mejor que pueden.

También se pudo ver ayer en Cannes el filme del veterano director egipcio Yousry Nasrallah Aprés la bataille, una película en la que cuenta el periodo entre la revolución y las elecciones y con cuya presencia en el Festival el equipo quiere contestar a todos los que quieren acabar con el arte en Egipto. "La presencia de la película en Cannes es una forma muy bella de responder a toda la gente que quiere acabar con el Arte en Egipto", explicó uno de los protagonistas Bassem Samra.