Vitoria. Universidad de Parma. 1996. Tras dedicarse a la observación del cerebro de los monos, el equipo de Giacomo Rizzolatti descubre un curioso grupo de células. Éstas no sólo se encienden cuando el animal ejecuta ciertos movimientos, también se activan simplemente con contemplar a otros hacerlos.
Se llama Oreka, pero bien podría haberse bautizado festival de las neuronas espejo. Porque una auténtica fiesta visual es lo que vuelve a proponer, en su segunda edición, el encuentro de urban dance que ya el pasado mes de marzo llenó Gasteiz de todo tipo de ramas y estilos de esta modalidad del baile, auténtica apoteosis del movimiento que obliga al que observa a ponerse en el lugar del otro. A cultivar los pasos ajenos, los posos de la empatía.
"Todo lo que hicimos el año pasado fue muy bien, se llenaron todas las actividades", recuerda la presidenta de la asociación Oreka Dance, Miren Amestoy. Y quizás por la cercanía de agenda con San Prudencio, este año del 15 al 18 de marzo toca redoble, a pesar de que -ironía- los recortes se han llevado la mitad del presupuesto, dejándolo en 3.500 euros. Pero, con modus operandi hormiga, los integrantes de la asociación han ido recolectando para compensar el juego de podadora. Es el espíritu de Oreka. No en vano, su lema reza "equilibro entre formación y espectáculo".
Es la jugosa mezcla que baila en la balanza de las cuatro jornadas del festival, que internacionaliza a sus tutores, acercándolos desde la meca del género, y ficha a dos estrellas peninsulares, una con el sello simbólico, otra con el mediático.
Con el eco televisivo que le otorga haber sido el ganador del programa-concurso Tú sí que vales, el grupo Kulbik se encarga de la primera huella del festival, el jueves 15, "combinando mimo y hip-hop en una actuación muy atractiva para todo el mundo", apunta Amestoy. Y es que, además de tratar de volver a conquistar a los seguidores del urban dance, en esta edición los integrantes de la asociación buscan abrirse al resto del público, "que la ciudad se entere más del festival".
Tras la inicial vertiente de espectáculo en el centro cívico Ibaiondo, la formación toma su lugar con rítmico péndulo de... equilibrio. Viernes y sábado, San Andrés se encarga de acoger tres workshops destinados a cerca de sesenta personas, dos de ellos protagonizados por la crème -la crema, ha mimetizado el slang castellano- del urban dance, Ellen Kim y Nick Demoura. Estos dos coreógrafos de Los Angeles -especialidad: new style- "son gente muy buena, considerados de los mejores del mundo", y hacen juego con el tercer responsable de los talleres, el barcelonés Kanga, pionero del baile urbano en la península y cultivador del popping, que puede resumirse en la imitación y desarrollo del efecto robótico, ése que en su vertiente más popular y desaforada se ha cultivado con peligro de ridículo en tantas y tantas noches de discoteca. Aunque no hay ridículo en el que lo intenta, en el que simplemente se deja llevar.
Desde luego, las neuronas espejo hacen su trabajo. Bailan en la mente antes de reflejarse en el cuerpo. Pero si por algo se caracteriza el urban dance es por su carácter improvisado, ése que podrá paladearse el viernes noche en la sala People, con otro capítulo del programa que repite -será que todos fueron bien- día y ubicación. Las batallas freestyle volverán a convertir el espacio en una fiesta del movimiento más allá del que los maestros "traen y enseñan".
El domingo, día del señor. Del señor campeonato que espera a todos los que se acerquen de nuevo a Ibaiondo para bailar -con cuerpo o neurona, que al fin y al cabo también es cuerpo- en una cita que se diversifica en grupos o en parejas, con cerca de doscientos participantes previstos y los protagonistas de las master class como jurado.
Desde Donostia, Zarautz, Irun, Madrid, Cádiz, Palencia, Lugo y la cantera barcelonesa se acercaron el año pasado. Y con toda seguridad desde esos mismos lugares -y desde otros- volverán a confluir en la cita matinal dieciséis grupos y doce parejas dispuestos a poner la mejor coda a cuatro jornadas de mucho, mucho baile. "Todo el mundo está flipando", asegura Amestoy en referencia a los profesores de este año. Y es que esto va de enseñar, y sobre todo de fluir con un estilo que "cada vez gusta más". La calle habla con sus movimientos. Oreka pone equilibrio al juego de neuronas.