Bilbao. "El fondo del libro es mi legado de trabajo de los 15 últimos años, en los que además de lo puramente teórico he tenido la ocasión de actuar en claves de estrategia cultural trabajando como asesor en el Gobierno vasco durante ocho años." explica Ramón Zallo antes de comenzar la entrevista.

Pero ¿cuál es el objetivo del libro?

La idea principal es revisar la economía de la comunicación y de la cultura en los tiempos de la era digital. En estos últimos años, hemos pasado de la era analógica a la era digital y ahora se requiere repensar los instrumentos teóricos para explicar las nuevas realidades. El segundo propósito es revisar las políticas comunicativas y culturales con propuestas en positivo que sean válidas tanto para el caso español, en el de América Latina o en el de Euskal Herria de cara a establecer una cierta teoría de las herramientas de política cultural para la gestión de las comunicaciones y de la cultura en la era digital. Estos son los propósitos.

Entre la comunicación, la economía y la cultura, ¿quién manda?

La economía marca las pautas de la comunicación y de la cultura. No obstante, para enderezar todos los peligros que el predominio económico tiene, hay que poner la cultura y la comunicación por delante, de tal manera que la economía sea un instrumento para generar cultura y facilitar las comunicaciones.

Aun así, en la Red hay cabida a grupos 'críticos' con el sistema socio-económico.

Internet es también una herramienta para la comunicación alternativa, ya que va por delante de las facilidades que pudieron dar para esa comunicación alternativa los fanzines o las radios comunitarias. Pero esta herramienta va bastante más allá, porque puede facilitar una interactividad social significativa. Sin embargo, eso requiere que se intente gestionar la red desde criterios de la sociedad civil y de la política pública. De hecho, es una herramienta de construcción cultural en buena medida. Aun así, internet también tiene su espacio comercial cada vez más grande y eso va succionando ese espacio civil y público en el que se ha convertido la Red.

¿No existe el peligro de que esa red virtual no sea real?

En cualquier país del mundo las redes virtuales tienen una proyección en la vida social. En el caso vasco, en el que tenemos una comunidad de convivencia muy potente y una experiencia comunitaria muy potente, hay pocos riesgos de que pueda haber una comunidad virtual despegada de las comunidades reales. Es más, lo virtual se puede convertir en una herramienta formidable para fortalecer lazos de convivencia, producción cultural y de riqueza en la vida comunitaria. En esta misma línea, Internet puede ser una herramienta para apoyar la vida comunitaria que la cultura y la comunicación analógica no nos resolvieron. Mientras los medios de comunicación tradicionales están muy despegados de los porcentajes sociolingüísticos, en el material escrito en euskera no llega al 3% cuando la realidad sociolingüística es del 37%. Asimismo, podemos encontrar que el uso de la red en el ámbito euskaldun puede ser muy intensa y favorecer procesos sociolingüísticos y de prestigio del propio idioma.

¿Hay lugar para la cultura vasca en el contexto global?

Es una oportunidad a condición de que las instituciones remen en la buena dirección. Si no se implican en entender qué cambios trae la era digital, nos podemos encontrar que las grandes oportunidades que se podrían aprovechar se quedan en nada y ser un corcho flotando en el mar del mundo global digital. De hecho, creo que en épocas de crisis es cuando las iniciativas pequeñas deben ser intensificadas. Cabría reducir las ayudas a las grandes instituciones y retrasar las inversiones en grandes equipamientos porque se mantienen solos. Sacrificar en épocas de crisis la pequeña cultura y la de los grupos que generan cultura es un error de concepto de todas las instituciones porque esos tejidos desaparecen.

Tras el derribo de Kukutza se volvió a abrir el debate sobre los modelos culturales en Euskadi, ¿cuál le parece a usted más cercano al bilbaino, el Guggenheim o Kukutza?

No hay respuesta. En la realidad, la sociedad bilbaina se ha apropiado simbólicamente del Guggenheim, ya que lo considera propio y está orgullosa del museo. Por eso, creo que es un fenómeno distinto al de Kukutza, que más bien está arropado por una parte de la sociedad civil, tanto del barrio de Rekalde como de la más progresista e izquierdista de Bilbao. Además, considero que son dos cosas distintas: la una (Kukutza) era una propuesta activa para generar cultura desde la base y la otra (Guggenheim) es más bien una cultura más bien escaparate, de mostrar más equipamiento. Aun así, las dos son complementarias. Quienes se equivocan son los que en aras de tener un Bilbao más radiante menosprecian y derriban un proyecto como el de Kukutza que era cultural.