Vitoria. Dejó rubricado Oscar Wilde, entre otros tantos aforismos, que "no existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo". En el caso de Carlos Chillón Vara, lo escrito tiene, por encima de lo dicho, la virtud de lo vivido en carnes propias, en la carne de su carne. Los años robados -a él y a su hijo- han tomado forma de páginas en un ensayo ficcionado, en una narración cimentada en la realidad, en un híbrido que, distribuido por la editorial alavesa Arabera, se acerca ahora a las librerías.

Una Justicia títere, también con sus balanzas manejadas desde las cuerdas de la marioneta, habla en la portada de lo que va a contar el interior. "Es explícita, sí", reconoce Chillón, "pretende transmitir que la justicia española -rojigualda manga, rojigualda venda- está manipulada por el poder político. La española y muchas otras".

Marzo de 2001. En un viaje que mezcla trabajo y placer, una llamada ejerce de filo. "Mi mujer y yo nos desayunamos con la noticia de que han llegado a casa y han detenido a nuestro hijo", recuerda. Aunque conoce las inclinaciones independentistas de su vástago, "me sorprende que esté metido en algo", y la sentencia absolutoria de pertenencia a banda armada le dará la razón... cinco años después. Aunque una condena por asociación ilícita le devuelva a la cárcel.

Su hijo saldrá a la calle el próximo día 23. Pero antes, el próximo jueves se presentará en sociedad su historia, un trayecto que camina desde la mirada de un padre sumergido en una década de sumarios, juicios orales, visitas a la cárcel, llamadas que se postergan, recursos de fiscalía, todo ello cercado por una enfermedad de su hijo que "tengo sospecha que se origina por el estrés, porque cuando se lo llevaron de casa estaba sano".

Toda esa realidad es la que alimenta Los años robados, "una idea que parte hace cuatro o cinco años como una especie de liberación, de catarsis". Aunque siempre le había hecho ilusión enfrentarse a la página en blanco, escribir un libro, nunca hubiera deseado que este fuera su contenido, pero hace un par de años, gracias a un cambio laboral, pudo contar con el tiempo necesario para convertir vida en palabra.

Contado "a partir del punto de vista del padre", pero apoyado también en las experiencias de su hijo, el libro fue componiendo su reflejo de vida a base de hechos y sentimientos, acompañados de hechos anexos que han ido poblando la vida política de Euskal Herria, desde el cierre de Egunkaria hasta la doctrina Parot, pasando por toda una retahíla de ilegalizaciones.

Sin "omitir prácticamente nada", con "afirmaciones documentadas", el libro de Carlos Chillón creció durante un año, a la par que provocaba una reacción en su autor. "Noté una liberación, una sensación de que estaba sacando algo que necesitaba, aunque había momentos en los que me costaba", recuerda, reconociendo que publicar siempre fue su objetivo principal, "aunque lo tuviera que hacer solo".

Incluido en el catálogo de Arabera, que también lo distribuye, el propio Chillón es, sin embargo, quien paga la edición de Los años robados, cuyos ejemplares -tirada de cuatrocientos- ya pueden adquirirse en la librería Albéniz o en Elkar. Precisamente el comercio de la calle San Prudencio acoge, a las 19.00 horas del jueves, la puesta de largo de la obra, en la que Carlos Chillón estará acompañado del editor Txema Flores, el prologuista Jesús Valencia y Amparo Lasheras.

Es un libro que "primero va dirigido a mí mismo, y que si gusta a los demás, mejor que mejor". Es "una denuncia de un Estado represor, y quiero que llegue al mayor número de gente posible, a poder ser de gente que no conozca esta realidad". Es una página que se abre mientras está a punto de abrirse una puerta, a punto de remitir una enfermedad. Muchos puntos que llegan a su fin a un tiempo, pero puntos, sin embargo, a los que cuesta pasar página. Las palabras, esto es así desde el principio de los papiros, a veces ejercen de acicate, otras de bálsamo. Y, si tenían algo que contar, algo que decir, como ocurría siempre con las certeras ideas de Oscar Wilde -también, por cierto, encarcelado injustamente-, en las páginas de Los años robados lo han contado. Y lo han dicho.