Estocolmo. "Vaya, menuda barriguita", comentó ayer la joven comediante sueca Sofía Zeider sobre el ligero cambio en la figura de la princesa heredera Victoria de Suecia, cuando se disponía a entregarle un ramo de flores. "Sí, estoy embarazada", respondió ésta. Y Zeider espetó entonces: "¿Está horneando un panecillo?".
Según el diario Expressen, la princesa y el príncipe Daniel reaccionaron con sonoras carcajadas al comentario de Zeider en el Globen de Estocolmo. La actriz había participado en la aclamada pieza Elvis, interpretada por el grupo de actores con discapacidad física Glada Hudik Theater. La Casa Real había anunciado ya el embarazo en agosto. "Ella está fenomenal, todo va bien", dijo ayer la portavoz de palacio, Annika Sönnerberg. Aún queda tiempo hasta que salga de cuentas, en marzo, y Victoria lleva a cabo de momento "una agenda de trabajo totalmente normal". No obstante, la princesa sí ha cancelado un viaje a Estados Unidos, previsto para esta semana. "Un viaje largo a otro continente le pareció demasiado", señaló la portavoz. El príncipe Daniel, que obtuvo el título real tras su matrimonio con Victoria hace aproximadamente año y medio, debe ahora representar solo a la Casa Real sueca en el extranjero. Y está un poco nervioso, según reconoció el ex entrenador de fitness a un reportero. El enorme interés que ha suscitado el embarazo en sus apariciones públicas en Suecia ha sido hasta ahora "maravilloso para ambos", añadió la portavoz. Y seguro que maravilloso lo encuentran también los futuros abuelos, el rey Carlos Gustavo y la reina Silvia. Además, la esperada llegada del heredero al trono proporciona a los reyes una pausa tras los permanentes titulares sobre las supuestas actividades del monarca en tornos de dudosa reputación y el pasado nazi del padre de Silvia.
La princesa heredera Victoria de Suecia y su prometido se conocieron hace nueve años cuando él era su entrenador personal en un gimnasio. En junio de 2010 se dieron el "sí, quiero" en una ceremonia celebrada en la catedral de San Nicolás de Estocolmo con la realeza europea y las autoridades suecas como testigos en la que constituyó la primera boda del siglo en el país escandinavo y la primera de una princesa heredera al trono.