Donostia. Por algo se había vestido como suele ir a las bodas, "de chaqueta", y planeaba descorchar "algún vino especial" anoche. Porque para Jabier Muguruza (Irún, 1960) se trataba de una jornada "muy feliz". El cantautor trata de dotar de sentido a sus acciones, de impregnar con su estilo personal todo aquel proyecto en el que se compromete como creador. Y la de ayer era una fecha señalada en ese aspecto, ya que era el día escogido para presentar su undécimo disco en solitario, Bikote bat.

Al igual que trató de transmitir su filosofía en torno al valor de una obra durante la rueda de prensa, Muguruza también ha volcado su personalidad artística en este último álbum. Más que nunca, además. Y es que, según incidió, ha llevado "al extremo" su habitual propuesta musical "intimista", al haber elaborado una colección de once temas en los que su voz "dialoga" con el piano de Mikel Azpiroz.

"Es cierto, quizá sea la apuesta más radical que haya hecho. Son canciones que se alejan mucho de la música estándar, muy desnudos y directos", resumió, acompañado del pianista donostiarra.

Las once melodías, todas ellas compuestas por Muguruza a excepción de la instrumental Jolasean -creada por Azpiroz-, descansan sobre unas letras que se inspiran en la realidad cotidiana. Los autores a los que pone voz el cantautor han sido Bernardo Atxaga, su hermano Iñaki Irazu, Gerardo Markuleta, Harkaitz Cano, Lourdes Oñederra, Rikardo Arregi y Javier Rodríguez Marcos, este último en la canción Cansancio, compuesta originariamente para un disco de Pablo Guerrero sobre poetas extremeños.

Tampoco faltan en el disco el acordeón de Muguruza y los coros de Mireia Otzerinjauregi, que añaden algunos colores a la bella complicidad creada entre la voz del cantautor y el piano de Azpiroz.

El teclista donostiarra, conocido por su participación en la banda Elkano Browning Cream, se mostró "satisfecho" con el resultado del disco. Según recordó, fue todo un reto "vestir y envolver la voz y el especial fraseo" de Muguruza.