Barcelona. La directora del Ballet Nacional de Cuba, Alicia Alonso, que presentó ayer en Barcelona su montaje de El lago de los cisnes, ha vuelto a proclamar a sus casi 91 años su amor por la vida y ha aseverado que, aunque ya no baile ante el público, "una nunca se retira, siempre está en el escenario".
Flanqueada por su esposo, Pedro Simón, que en ocasiones la ayudó a responder a los periodistas, Alonso recordó que este año el ballet que dirige celebra su 65º aniversario y, en la gira española que inicia mañana en el Teatro Tívoli, dará a conocer una coreografía de El lago de los cisnes sobre la original de Marius Petipa y Lev Ivánov, con música de Tchaikovsky y escenografía de Ricardo Reymena. Defendió que sus bailarines ofrecerán un trabajo con una "técnica muy sólida, dando sentido a la historia" y teniendo en cuenta la "rica tradición heredada". Alonso, que ayer vestía de granate y llevaba un collar de perlas y zapatos grises de tacón, Alonso ha recibido varios homenajes en el último año con motivo de su 90º aniversario -nació el 21 de diciembre de 1920- y ayer dijo que piensa "vivir 200 años", por lo que pidió "paciencia" a su público. Tras afirmar que le encanta la vida, comentó: "Aquí sólo se vive una vez y, mientras, voy a trabajar, a dar lo que pueda y a hacerlo plenamente, porque es lo más precioso que podemos hacer, luchar por lo que podemos dar de nuevo a la vida", apostilló.
La bailarina reconoció que cada día hace sus ejercicios, sin que le alcance el tiempo para todo lo que quiere acometer. "Yo ya no me pertenezco -precisó- y lo que tengo que hacer es ayudar a los bailarines, enseñarles lo que aprendí y lo que sé". Preguntada, precisamente, sobre cuándo fue la última vez que bailó en un escenario, Alonso rememoró que lo hizo en Italia con la obra Farfalla, siendo consciente de que acababa una parte de su vida, aunque ha subrayado que "uno nunca se retira, siempre está en el escenario". Respecto a si se considera un mito, precisó: "Me veo como parte de la danza, nadie me puede apartar de ella, porque estoy todavía en ella" y agregó que, si recibe tantos homenajes, "debe de ser por alguna razón". Repasando su larga trayectoria, que inició de niña, recordó que lo primero que aprendió, hija de padres españoles, fueron las malagueñas, las sevillanas o las jotas, pero pronto las olvidó al entregarse al ballet clásico, donde hoy está considerada una de las figuras más relevantes de la historia del género.