vitoria. Kolibrí Díaz es, además del guitarrista de Marea, el jefe del grupo en lo que al sonido se refiere. Él, junto a Jaime Sanz Mapatxe, ha sido el encargado de grabar al grupo en los estudios R-5 y de elegir el productor para las mezclas, Mike Frasier. Sentarse junto a Kolibrí, en el estudio de Marea, con el nuevo disco de fondo, para hablar de la experiencia vivida en Vancouver fue una auténtica delicia imposible de resumir en unas pocas líneas. Una experiencia que, eso sí, le ha dejado una enorme sonrisa de satisfacción por el trabajo bien hecho. "Yo, en mi cabeza, sabía cómo quería que sonara el disco, y es así, como suena. Pero hasta que no encuentras una persona capaz de hacerlo, es algo muy difícil de conseguir. Me resultó casi imposible proponerle a Mike alguna idea mejor...".

Tanto la banda, como el propio Kolibrí, coinciden en que el trabajo en Vancouver ha sido excepcional pero partiendo una base impecable grabada en los estudios R-5. "No hemos procesado ni editado nada, no he movido un golpe de nadie. Si había una toma que no estaba bien, se volvía a repetir. Y, por ejemplo, en cada tema suena una batería distinta porque para cada tema montamos una batería distinta. Y con los bajos, lo mismo, hemos utilizado cuatro; y todas las guitarras y los amplificadores que tenía, siempre buscando el punto de cada tema. Aquí nos tiramos dos meses de producción con el objetivo de hacer buenas tomas y encontrar el carácter de cada canción". En este sentido, Kolibrí destaca que "no se buscó un sonido para todo el disco, si no que trabajamos tema a tema; de hecho, cada vez que empezábamos las mezclas de una canción nueva, todo se ponía a cero".

En cuanto al trabajo de las guitarras, uno de los aspectos que más destacan del disco, Kolibrí explica que, en el tema La Majada, por ejemplo, "quería que sonaran más Hendrix. Pero Mike le dio un punto increíble, trabaja de manera increíble los efectos, es otro concepto. Te pone las voces en la cara y esconde los solos para llegar al estribillo y sacarlo todo. Yo le miraba a Mapatxe y le decía: 'Qué hijo de puta' (risas)". Por otra parte, y aunque quizá pase desapercibido, resulta espectacular el trabajo realizado con los coros. "Nosotros siempre hemos hecho coros, pero los colocábamos en segundo plano, bien porque la voz de Kutxi se lo comía todo, bien porque a nosotros nos gustaba así. Mike lo que ha hecho es fusionar las voces, dándoles a todas las misma importancia, de tal manera que convierte todo en una sola voz, como si fuera un coro gospel. Eso le da mucho subidón, por ejemplo, a los estribillos. Yo he aprendido muchas cosas, pero sobre todo en detalles y en filosofía de trabajo. Allí trabajan con otro concepto, saben cómo quieren que suene y se buscan la vida para lograrlo. Aquí, si quieres que se oiga la voz, la pones delante y la banda detrás. Ellos, sin embargo, tienen claro que lo que debe sonar es la banda, y se buscan la vida para colocar la voz en el centro y que suene". "Lo que más me sorprendió al llegar allí fue la jerarquía y la disciplina dentro del estudio. Mike lleva el estudio y tiene dos asistentes; él se dedica a mezclar y todo lo demás, desde poner una pegatina, lo hacen otros. Allí no había cachondeo de ningún tipo... Hasta que llegábamos Mapatxe y yo (risas). Esta disciplina le permitía volcar toda su concentración en la mezcla, y solo en la mezcla; de hecho, era alucinante el volumen al que trabajaba, súper bajito. Cuando acabamos también me dio la enhorabuena porque todo lo que le mandamos estaba perfecto. Y al llegar nos dijo que no había dormido la noche anterior porque estaba nervioso debido al idioma, ya que no controlaba los conceptos para darle la importancia necesaria a las voces. Un tío que ha trabajado con todos, estaba nervioso por trabajar con Marea (risas)", finaliza Kolibrí.