Salzburgo. Cada verano, se repite el mismo ritual en Salzburgo: con motivo del festival de música y teatro desfila por la alfombra roja de la localidad austriaca gente rica y guapa, mientras los turistas guardan la debida distancia ante las cámaras. Un festival en el que se mezclan la ópera, la política, la cultura y los aplausos y en el que el estilismo de la canciller alemana, Angela Merkel, ha suscitado críticas. Los invitados a Salzburgo están teniendo mala suerte: la ciudad que recibe a sus ilustres invitados con jornadas soleadas de verano, como en su inauguración el pasado miércoles, se cubrió el fin de semana de lluvia. Y hay que mantener la compostura cuando los pies se mojan y las suelas de los zapatos resbalan en el suelo de mármol. Pero la actriz Sunnyi Melles o la empresaria Renate Thyssen-Henne superaron esa dura prueba sin accidentes, igual que la presentadora de televisión Katja Burkard y la propia canciller.

Sin embargo, Merkel provocó titulares en Salzburgo y no sólo por su maratón cultural: en dos días vio la premiere de La mujer sin sombra, de Strauss, un ensayo de Macbeth de Verdi y la inauguración de la obra de Roland Schimmelpfennig Los cuatro puntos cardinales. Lo que realmente desencadenó el debate en Internet fue su traje lila brillante. ¿Puede una canciller llevar tres veces el mismo traje al mismo evento? Los fotógrafos documentaron con imágenes de archivo que la combinación de la canciller ya brilló el año pasado y también en 2008. "Es un buen signo de ahorro", afirmaba uno, mientras otros hablaban del "escaso sentido de la moda de la canciller". Más extravagante se mostró la cantante Anna Netrebko en la premiere del pasado miércoles, con un vestido muy llamativo con cristales. Además, el tiempo le permitió aún una estelar aparición en un descapotable junto con su compañero Erwin Schrott al volante. Los primeros días del festival ofrecieron un programa completo y variado, que exigió a los invitados principalmente una cosa: que aguantaran sentados. Sin embargo, a juzgar por los comentarios de músicos y críticos, las cuatro horas que duró la ópera de Strauss merecieron la pena: el exquisito sonido de la filarmónica de Viena bajo la dirección de Christian Thielemann alegró al público de la premiere, aunque criticaron la falta de escenificación de Christof Loy. "Un final gigante" y "abrumador", pero también "lapidario". El maratón de las dos partes del Fausto de Goethe que Nicolas Stemann llevó a escena de la isla de Perner dividió a la crítica. Y tampoco el director Roland Schimmelpfennig se ganó todos los corazones con la inauguración de Los cuatro puntos cardinales.