vitoria. "Amy, estás matando a tu madre", fue una de las mil frases que Mitch Winehouse, el padre de la artista, decía una y otra vez a una hija que se negaba a aceptar que tenía un problema con las drogas.
La joven Amy, antes de cumplir los veinte, contaba ya con una larga experiencia en bares y tugurios de medio pelo, en donde, además de disfrutar de la buena música, conoció antes el lado oscuro de las bambalinas musicales que lo que se siente al subir a un escenario y que el público aplauda a rabiar por la grandiosidad de tu voz. No obstante, años más tarde, tras haber descubierto el gran potencial de su arte y saber, de primera mano, que el dinero abre casi todas las puertas -muchas de las cuales no deberían traspasarse nunca-, comenzó una relación sentimental con la peor de las influencias para una mujer de poca fortaleza psíquica: Blake Fielder-Civil.
Los padres de Amy intentaron, una y otra vez pero sin éxito, apartar a su hija de Fielder-Civil -confeso consumidor de estupefacientes y encarcelado por propinar una paliza al dueño de un pub-. Mitch y Janis, la madre, culpaban a Fielder-Civil de animar a Amy a consumir más drogas y, finalmente, la pareja se divorció -por una supuesta infidelidad de Amy, mientras su marido cumplía condena entre rejas-, aunque el mal ya estaba hecho. Amy, se dice, había padecido anorexia y bulimia, se había enganchado al alcohol, los estupefacientes y los calmantes. Sus progenitores intentaron de todo, pero no han conseguido que Amy celebrase su 28 cumpleaños -el 14 de septiembre-.