Londres
EL estreno mundial de la película Harry Potter y las reliquias de la muerte. Parte II tuvo lugar ayer en Londres. Con él no sólo cierra la puerta al mundo fantástico que ideó la británica JK Rowling, también disuelve toda una familia que órbita alrededor de una década de aventuras del hechicero más famoso del planeta. "Para mí es como si mi niñez se acabara", dijo una de las fans a la BBC desde la plaza de Trafalgar. En una rueda de prensa multitudinaria que congregó a 250 periodistas de todo el mundo, casi todo el equipo de la saga más taquillera de la historia compartió impresiones en la presentación de la octava y última entrega que viene, además, en formato 3D.
El desenlace de la saga, que se estrenará en las salas de todo el mundo el 15 de julio, y cuyos trailers oficiales ya han visionado en internet más de 73 millones de personas, mezcla otra vez elementos comunes con las anteriores como el vértigo, el amor, la lealtad y ahora, también, la guerra. Y es que el trío protagonista formado por Harry, Hermione y Ron vuelve a volcarse en la batalla contra el mal para derrocar al maligno Voldemort.
Emma Watson, la sabionda Hermione en la saga y una de las más reclamadas por la prensa internacional, admitió en la rueda de presa que aún no ha "procesado" este punto y final y confesó que su personaje es ya para ella "algo así como una hermana". Sensaciones parecidas compartió su compañero de reparto, el pelirrojo Rupert Grint (Ron), que coincidió en su sentimiento de "desorientación" por no tener que volver a los rodajes. "No lo he asimilado todavía y me siento un poco perdido. Ha sido una parte constante en mi vida y lo voy a echar de menos". Esta esperadísima cinta es la primera, sin embargo, que se desarrolla fuera del ya familiar ambiente de Hogwarts.