vitoria. Hay un tópico en el mundo de los medios de comunicación. Ése que exige al plumilla que no deje que la realidad le estropee una buena noticia. Sólo hay algo peor que un político, un periodista, reza el subtítulo de la obra que mañana, a las 20.30, aterriza en el Principal. Pero la realidad, esta vez, estropea el poso de una gran obra.
Es la última función de la gira de 19.30, pieza que zambulle al espectador en un territorio que a cualquiera gustaría observar tras una mirilla. Gasteiz abre el telón y muestra el despacho de un partido político en plena crisis, con esas 19.30 como hora límite para pactar con la oposición, y un escándalo de corrupción sobre la mesa.
Una obra, la de K. Producciones -firma Patxi Amezcua- que suena lamentablemente a la actualidad. Que no puede evadirse de una coyuntura, la de las recientes elecciones, en la que "han ganado los malos". Adolfo Fernández siente "vacío, decepción y tristeza", porque, más allá de los valores escénicos y dramáticos de la obra, su denuncia choca con el viraje de las urnas. "De repente me parece que la crítica se ha vaciado de contenido, que gana la obscenidad".
El "compromiso", apunta su compañero de reparto, Rafa Martín, es seña de identidad de todos los trabajos de la compañía, algo que no abandona tampoco en este trabajo ni lo hará en el siguiente. "Sabía que aquí no se iba a hablar de la corrupción política con cuatro chascarrillos, y cualquier frase corresponde a la realidad".
De nuevo la realidad. Una realidad que "demuestra que lo único que funciona es el cinismo". Una realidad en la que encontramos a partidos políticos "negociando con el que dijeron que nunca negociarían". Una realidad que, pasada al libreto, "se ha quedado light". Adolfo Fernández, también director junto a Ramón Ibarra, no puede sustraerse de la realidad. Es lo que tiene reflejarla sobre las tablas.
Pero 19.30 tiene muchos valores. A pesar de la terca realidad, es necesario repetir el mensaje del arte una y otra vez. Y este mensaje se narra con "un buen reloj", con "una buena maquinaria" que, al modo de la nueva ola argentina -Tolcachir y compañía- "cruza con mucho naturalismo los textos".
Y es que 19.30, tercia Rafa Martín, "existe como arte al margen del tema de que se habla", desvelando cortinas de humo y secretos bajo la alfombra que todos imaginamos, tanto en la inequívoca derecha como en alguna pretendida izquierda. Y Martín también se rinde por un instante a la realidad. "No creo que ningún espectador piense que tras las elecciones se ha acabado la corrupción". Antonio Molero, Fernando Cayo, Sonia Almarcha, Nerea Garmendia, Óscar Sánchez Zafra, Ángel Solo y Ramón Ibarra completan el desvelado despacho. En su interior la realidad es mucho más fácil de manejar.