nI Springsteen, ni U2, ni los Rolling. Arabatakada es el nuevo rompetaquillas, el último terror de los aforos. La apuesta por la música de aquí, por la fiesta y por la reivindicación de una euskal unibertsitatea cuaja cada vez más entre el público. Un público esencialmente joven -no todo- que recaló ayer en Mendizabala, llegado desde todo Euskal Herria, para bañarse en uno de los primeros soles celebrativos del año.
La fidelidad se muestra en los momentos de cambio. El año pasado el macroencuentro organizado por la asamblea de estudiantes decidía saltar de la gratuidad al precio simbólico para no arriesgar la continuidad del festival. Y el público ha respondido sin pensarlo, a bote pronto, merendándose los tickets. Ayer por la mañana salían a la venta los últimos -y codiciados- novecientos, que desaparecían apenas una hora después, alrededor de las diez. ¿Arabatakada o Arabetekada?
El madrugón mereció la pena. Climatología espléndida. Cielo de enmarcar. Desde la misma mañana, las actividades paralelas al plano musical se desgranaron -olimpiadas, comida popular, bertso con sabor a previa de txapelketa...- abriendo el apetito de los platos fuertes de la tarde.
Ya sabe lo que es reventar plateas el grupo referencial del rock euskaldun, que tiró de un cartel completado por los no menos seguidos Esne Beltza y bandas también en forma como Zea Mays o Governors, siempre con Tximeleta como necesario y bailable epílogo festivo.
Fueron los Berri los que hicieron temblar el asfalto. Pero el camino siempre tiene dos direcciones. El jueves Gorka Urbizu se acercaba a la Jimmy Jazz para asistir al directo de Cobra, con su excompañero David González, en la previa del festival. La militancia se demuestra en escena... Y a pie de tablas.