DONOSTIA. En apenas unas horas, las instituciones pasaron de creer que sólo faltaban unos "flecos" para cerrar el acuerdo sobre Chillida-Leku a ver cómo la familia del artista rompía las negociaciones de manera "unilateral y brusca". Una semana después de que los herederos anunciaran el cierre definitivo del museo, que pasará a tener carácter de colección privada y sólo podrá ser visitado por expertos, el Gobierno Vasco y la Diputación de Gipuzkoa volvieron ayer a hablar de "deslealtad, sorpresa y disgusto", al tiempo que anunciaron que no se plantean retomar las negociaciones.
En una rueda de prensa ofrecida en Donostia, la consejera de Cultura, Blanca Urgell, y la diputada Mª Jesus Aranburu leyeron en castellano y euskera una declaración conjunta e hicieron varias "precisiones" ante el comunicado de los Chillida sin ocultar "un doloroso sentimiento de frustración por todo el trabajo" realizado en los últimos meses, que siempre tuvo como objetivo la reapertura del museo.
Como toda respuesta, "los hijos de Eduardo Chillida" enviaron ayer un escueto comunicado en el que dijeron "compartir" con las instituciones el carácter "definitivo" del fin de la negociación. La familia rehusó hacer "ninguna declaración o matiz" y se limitó a expresar: "Miramos al futuro y no al pasado. Cuidaremos de Chillida-Leku, del legado de Eduardo Chillida y de un espacio único que podrá ser visitado por estudiosos de la obra del artista".
Las instituciones mostraron su "sorpresa" por el hecho de que los Chillida "insistan" en que la cantidad de dinero ofrecida por el museo, 80 millones de euros, "no es un tema relevante". "El precio tiene importancia y la cifra que estábamos manejando no es baladí", sostuvo Aranburu que, sin embargo, consideró "difícil" que las diferencias económicas hayan sido "el motivo detonante de la ruptura" porque la cantidad aún estaba "por cerrar" y porque se ofrecían "facilidades", tanto de pago como de tipo tributario.
A juicio del Gobierno Vasco y la Diputación, el mayor obstáculo ha podido estar en el "derecho de veto" que la familia demandaba sobre la programación artística y la "tutela" que reclamaba "sobre las decisiones del futuro equipo directivo del museo". Por lo demás, opinaron, "las diferencias eran más semánticas que reales" y "desde la perspectiva institucional, el proceso iba bien", por lo que "no se puede entender esta última decisión". "La familia Chillida Belzunce, con su comunicado del pasado viernes, ha dejado claro que no tiene voluntad de negociar. Ellos sabrán por qué", señalaron.
Ante esta situación, por tanto, las representantes institucionales opinaron que "hace falta que pase un tiempo" para "retomar cualquier tipo de colaboración", que no tiene por qué estar relacionada con el museo. "De momento, entramos en una fase en la que no nos planteamos una inmediata toma de relación para seguir adelante en la negociación", zanjó Aranburu. En la misma línea, Blanca Urgell aseguró que la oferta que se había hecho a la familia "no permanece" en pie, pues "tal y como están las cosas" las instituciones difícilmente pueden "mantener" la misma actitud de "generosidad".
También indicó que desde febrero no han vuelto a encontrarse con la familia, que el viernes les comunicó el cierre a través de un e-mail remitido minutos antes que a la prensa.
El comunicado institucional rebate, punto por punto, los reproches que los Chillida plasmaron en su nota de hace una semana. En primer lugar, destaca que "nunca se ha puesto en duda" el carácter monográfico del centro, aunque opinaron que Chillida-Leku, como "museo de autor", debe estar "abierto al diálogo con otros artistas y expresiones o con elementos de la contemporaneidad". Ambas mandatarias rechazaron, en ese sentido, cualquier visión "reduccionista", pues, según Aranburu, el museo podría albergar exposiciones de autores que hayan inspirado a Chillida o viceversa.
Tras subrayar que las instituciones "nunca han pretendido alterar la esencia de Chillida-Leku como conjunto", agregaron que se había propuesto "pactar" con los descendientes "un marco programático" para definir el concepto "monográfico". Así, se contemplaba un acuerdo redactado por terceras personas expertas y, "ante casos de eventuales conflictos, se ofrecía un sistema de arbitraje de equidad entre la futura fundación y la familia".
También aludieron a la unidad de la colección porque "las declaraciones de la familia dan a entender que se ha puesto en cuestión". "Nada más lejos de la realidad", aseguraron Urgell y Aranburu.
Por tanto, el mayor escollo de la negociación ha sido la pretensión de los herederos de "mantener un derecho de veto" sobre la programación y las decisiones del equipo directivo. En todo momento, las instituciones han dejado claro que no podían "contemplar" ni "aceptar" tal derecho, "dado que se trataba de una adquisición y no de una donación", según apuntaron.