BARCELONA. "Mañana me va a tocar trabajar bastante rato, como toda mi vida, y así seguiré mientras tenga inspiración delante del papel, porque no hay musas que valgan, sino poner los codos en el tablero hasta que, al final, brota la historieta", explica Ibáñez (Barcelona, 1936).

Para Ibáñez, el secreto de su éxito intergeneracional con Mortadelo y Filemón a la cabeza se debe "a una sola palabra: guión, guión y guión, porque, aunque yo admire mucho a los dibujantes, el lector no nos pide obras de arte que puedan estar en el Museo del Prado, sino una trama bien lograda".

"Yo el guión lo cuido muchísimo -asegura- y siempre procuro tratar temas de rabiosa actualidad, como los Mundiales y las Olimpiadas, y ahora mismo estoy preparando un Mortadelo titulado 'Jubilación a los 90'".

Ibáñez, Gran Premio Salón del Cómic al conjunto de su obra en 1994 y Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes en 2001, asegura que "los premios son muy bonitos".

"Tengo miles de premios, pero cada persona es un premio para mí, todos aquellos que hacen cola para que yo les firme mis historietas son mi mayor premio", aseguró.

El dibujante no tiene intención de jubilarse mientras el público le siga queriendo y su máxima en esta vida es: "a seguir, a seguir, a seguir, con contrato indefinido hasta que la gente se aburra de mí, porque no hay contrato que valga si el público no te responde".

Con una salud de hierro -"si exceptuamos los achaques, estoy como una rosa", dice-, Ibañez cree que "Mortadelo y Filemón" tienen vida para rato, y no tiene reparos en que estos personajes continúen tras su desaparición, aunque lo ve difícil.

"No tengo ninguna manía con eso, pueden continuar, ya que en la parte gráfica hay excelentes dibujantes, pero es más difícil el guión, que es más personal ... ya fracasaron en mi antigua editorial cuando buscaron otro guionista, y yo creo que costaría encontrarlo; aunque por mí, que continúen", reflexiona.

Al cumplirse 53 años del nacimiento de Mortadelo, el 20 de enero de 1958 en la revista Pulgarcito, el dibujante rememora que, "en una época de hambruna, Mortadelo recordaba a la mortadela, que entonces era un buen bocado, y Filemón al filetón y, además, rimaba con agencia de información".

A los 21 años, y después de abandonar su puesto como botones del Banco Español de Crédito para dedicarse por completo al mundo del cómic, Ibáñez trabajó durante muchos años "veintiséis horas al día, ocho días a la semana y, si hacer cinco o seis páginas era lo corriente en esa época", él escribía diez y lanzaba seis álbumes al año, rememora.

Un trabajo en la editorial Bruguera que compartió con Vázquez, otro gran dibujante, del que comenta que siempre se llevaron bien; "fue de lo mejorcito de la profesión, con mucha gracia y un buen dibujante".

"Lo que pasaba es que yo trabajaba mucho y a él no le gustaba trabajar hasta que se quedaba sin un duro", subraya.

Ibáñez siempre ha reconocido que "Rompetechos", ese hombrecito bajito, simpático y con gafas de culo de vaso, resulta su personaje preferido, hasta tal punto que asegura: "como siempre dicen, el personaje acaba pareciéndose a su autor y ese es ahora mi caso", ironiza.