"Propongo que ahora llame a El Cuco para saber dónde está el cuerpo de Marta... Manada de rotweillers disfrazados de plañideras que son los periodistas que la están interrogando. Ponen en marcha el síndrome de Estocolmo: le hacen creer que son sus amigos, para que siga largando. Cada lágrima que suelta les afila el colmillo. Cada detalle morboso se convierte en share, cada soponcio se traduce en euros".