En 1996, Álex de la Iglesia conquistó el Goya al Mejor Director por El día de la bestia. Dijo que no sentía las piernas y que se la había olvidado lo que tenía que decir. 15 años después, muchas personas estarán pendientes de lo que dice o de lo que piensa mientras cuenta lo que tendría que decir. La gala de los premios Goya, que celebra su edición vigésimoquinta, ha sido una celebración de la cosecha de lo mejor del cine estatal. Una proyección de una industria que siempre ha hablado de crisis, de encuentros y desencuentros. Lo que viene a continuación, es un resumen de las películas vencedoras y de una manera de entender el cine. Una historia de unos premios que iban a ser bautizados como Premios Buñuel, Soles... Pero el director artístico Ramiro Gómez defendió que el genial pintor aragonés tenía un concepto pictórico cercano al cine. González Sinde, el padre de la actual ministra de Cultura, lo calificó como "nuestro pintor más cinematográfico".
La década de los 80
OTAN sí, y los Goya, también
En sus mejores tiempos, el cine realizado en el Estado podría llegar a tener 100 millones de espectadores, difícilmente sobrepasaba los 10 millones en 1986. Entre referéndums de OTAN sí o no, los premios Goya empezaban su andadura ante la sorpresa generalizada. Juan Antonio Bardem tenía que entregar una estatuilla y se preguntaba qué tenía que hacer.
Fernando Fernán Gómez fue el gran triunfador de la noche (16 de marzo de 1987) con tres galardones. El viaje a ninguna parte ganó la partida a 27 horas, de Montxo Armendáriz. Y ya se empezó a hablar de crisis. En palabras de Garci, "es el cine en general -y no sólo en España- el que está mal, y el que tiene la crisis. Un año después, El bosque animado, de José Luis Cuerda, le ganó la partida a Garci, que se conformó con el de Mejor Director.
En 1989, otro cineasta que tenía buenas relaciones con la Academia española de Cine, vivía su luna de miel. Pedro Almodóvar fue el hombre del año gracias a Mujeres al borde de un ataque de nervios, una de las pocas comedias perfectas del cine estatal. Gonzalo Suárez y su incursión romántica de Remando al viento, fue su gran contrincante.
Los felices 90
Sin piratería, y con trabajo
La estatuilla de los Goya hizo un lifting y perdió algo de peso. Estados Unidos seguía reinando en el cine, pero el horizonte era bastante halagüeño. Había tal demanda de películas que, según el presidente Antonio Giménez Rico, tenían que ponerse a trabajar duro. Si no, "lo llenarán otras cinematografías europeas, y en el peor de los casos, como siempre, la todopoderosa industria norteamericana".
En esa década destacaron El sueño del mono loco (1990), Ay Carmela (1991), Amantes (1992), Belle Epoque (1993), Todos a la cárcel (1994), Días contados (1995), Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto (1996), Tesis (1997), La buena estrella (1998) y La niña de tus ojos (1999).
Los Goya descubrían en lado más frívolo, y Carmen Maura ironizaba con los abrigos de pieles, joyas y limusinas que había visto en la puerta: "Desde sus casas, no lo pueden advertir, pero aquí, palabra de honor, huele a dinero y a glamour". Y el share ayudaba desde los hogares: casi un 30% en 1997. Entre las nuevas estrellas del celuloide ibérico destacaron Javier Bardem, Penélope Cruz (Jamón, jamón) o directores como Aménabar o Bajo Ulloa (Alas de mariposa), sin dejar de alabar el peso de los maestros como Rafael Azcona. Y El Gran Wyoming ironizaba con las pelas: "Vean cine español y hágannos millonarios". Aunque Aitana Sánchez-Gijón reiteraba que "ni por parte de Garci ni por parte de nadie ha habido compra de votos".
Los dificultosos 2000
Cine sí, pero protegido
Antonio Resines protagonizaba un surrealista spot en el que invitaba al espectador a ver "cine español". La ministra Carmen Calvo sostenía que "no estamos aquí para forrarnos sino para promover valores, culturas y lenguas". Y apelaba a la protección en 2006. Triunfaron Todo sobre mi madre (2000), El Bola (2001), Los otros (2002), Los lunes al sol (2003), Te doy mis ojos (2004), Mar adentro (2005), La vida secreta de las palabras (2005), Volver (2006), La soledad (2007), Camino (2008), Celda 211 (2009)... Ya queda menos para conocer el ganador de este año.
A lo largo de los 25 años en los que lleva celebrándose la gala, han sido cerca de 700 los profesionales de la cinematografía española que han visto reconocidos su labor y esfuerzo por parte de la Academia.