No es la típica historia de escritor. De hecho, es quizás hasta una historia atípica. Pero no suele ser conveniente prestar atención a la biografía del autor, sino centrarse en la capacidad de conexión literaria de su narración y, sobre todo, dejarse llevar por ella. Unai García tiene 21 años recién cumplidos. Estudia Empresariales. Se confiesa lector muy esporádico, sobre todo por falta de tiempo. Y, sin embargo, acaba de parir una novela de más de doscientas páginas que está conquistando poco a poco baldas y lectores.

La obra lleva por título Hévelis (Editorial Círculo Rojo) y empezó a escribirse por el final. No por sus últimos párrafos, que también -"es más fácil pensar el final cuanto antes"-, sino por las letras que integran un mapa. Al más puro estilo El Hobbit, con una amplia tradición en el género fantástico que cultiva, la breve cartografía sitúa al lector en la trama de la novela, que se mueve por un mundo formado por cinco reinos.

Un mundo conquistado por la magia, por los dioses, por las invocaciones... Por una fantasía que Unai García viste de acción y sentimientos, los que al parecer son los ingredientes que han finiquitado la primera edición de doscientos ejemplares y han lanzado una nueva de trescientos. "Tiene un poco de todo", explica este joven gasteiztarra, que no comenzó a escribir "con la idea de publicar, sino de quizás dejárselo luego a los amigos, pero he dedicado tanto tiempo a él que pensé que podía terminar en algún sitio". Algún sitio es la red de Elkar y diversos sitios de Internet, donde Irvin y la princesa Arielle ya han comenzado a levantar buenas críticas en diversos blogs del género.

Las primeras críticas hablan de estilo propio, de dotes narrativas y de una historia "bonita y triste" para la que Unai ya está construyendo una segunda parte absolutamente natural y continuada, que ya está en su cuarto capítulo. Unai confiesa que su vorágine vital le impide dedicarse demasiado a la lectura, aunque últimamente saca tiempo de donde no lo tiene. Algo de bueno tiene, ya que posee un inevitable estilo propio. "Tengo estilo propio porque, ¿a quién voy a copiar?".

Unai tiene, sin embargo, sus dinámicas, como cualquier escritor. En dos años de trabajo le ha dado tiempo a percatarse de ellas. La primera es "no acabar el párrafo hasta que todo esté perfecto", un proceso ordenado que le permite manejar el tempo de la narración, que nunca deja respirar demasiado, con una equilibrada alternancia de descripciones y diálogos. "Engancha mucho porque siempre está pasando algo, no aburre, está pensado así, con un ritmo rápido", explica el autor, que se acercará el próximo 10 de marzo a la librería Elkar para la puesta de largo de su estreno en el mundo literario.

Unai ha financiado la edición del libro, lo que le ha permitido controlar todos los procesos de su elaboración y conseguir un volumen cuidado. Un volumen en el que él mismo aportó la idea para la portada, un colibrí que contiene una de las claves de la historia, ya que las invocaciones del alma y las aves poseen una amplia relación a lo largo de los capítulos. El eclipse que germina ya al fondo de la imagen completa la metáfora de esperanza que propone el aleteo.

No se plantea nada. Simplemente seguir disfrutando de escribir, una actividad que le relaja y en la que, además de con la segunda parte de Hévelis -pendiente de título-, también profundizará con un libro más inclinado hacia el terror psicológico o el suspense. Está muy ilusionado con su leit motiv, pero se resiste a contar algo, aunque sí que estará ambientado en un pueblo. "Tiene un poco de todo, pero no es nada de hombres-lobo".

Unai García crea sus propios universos. Bebe de su propia imaginación. Comenzó a escribir para él mismo, pero descubrió que, al final del camino, siempre toca encontrarse con un destino, el del público, y ya ha comenzado a caminar con sus nuevos compañeros de viaje. Hévelis da sus primeros aleteos. Su mundo comienza a nacer.