barcelona. Comenzada a escribir en los años ochenta, Anagrama publica ahora Los sinsabores del verdadero policía, la nueva novela póstuma del escritor chileno Roberto Bolaño, en la que ya aparecen su estilo y su territorio literario pese a su carácter de obra de juventud. Bolaño trabajó de forma discontinua en esta obra, hasta su muerte, en 2003.

La viuda del escritor, Carolina López, en una nota editorial al final del libro informa de que la novela está integrada por tres escritos: Los sinsabores del verdadero policía y Asesinos de Sonora, de 50 y 100 páginas respectivamente, localizados en el ordenador del escritor. Además, hay un texto, en parte mecanografiado con una máquina de escribir eléctrica y en parte impreso desde un ordenador sin archivo informático.

Este último texto mecanografiado, y cuyo título es también Los sinsabores del verdadero policía, es, dice, "una novela completa de 283 páginas, clasificada en siete carpetas, cinco de las cuales se encontraban en la mesa de trabajo del autor, junto con otros materiales relativos a 2666, en tanto que las otras dos partes se descubrieron al organizar su legado".

Sus historias y protagonistas transitan por otras novelas de Bolaño como Estrella distante, Llamadas telefónicas, Los detectives salvajes y 2666, cuyo centro oculto quizás podría estar constituido por la presente novela. Además, comparten algunos de los personajes, como Amalfitano, su hija Rosa y Arcimboldi.

El editor Jorge Herralde ha asegurado que "la lectura de la novela nos convence de que estamos ante una obra de una calidad literaria extraordinaria, en el territorio de 2666 y Los detectives salvajes, es decir, del Bolaño en su mejor forma".

Un territorio literario en el que, como puntualiza Herralde, ya aparece "el gran Bolaño de la madurez" y persiste "el joven Bolaño poeta". En el prólogo de la obra, el crítico Juan Antonio Masoliver Ródenas señala que Los sinsabores del verdadero policía, como 2666, es "una novela inacabada, pero no una novela incompleta, porque lo importante para su autor no ha sido completarla sino desarrollarla". La gran aportación de Bolaño a la literatura es la "provisionalidad", sostiene Masoliver, "una escritura visionaria, onírica, delirante, fragmentaria y provisional" que rompe con la realidad tal como se había entendido hasta el siglo XIX. En relación al título, "el menos bolañano de sus títulos", anota Masoliver, el autor optó de manera "definitiva" por uno "descriptivo, largo, sin el ritmo a que nos tiene acostumbrados y sin la mínima provocación o extrañeza" que tenían "detectives salvajes" o "putas asesinas". En una carta de 1995, el propio Bolaño esbozaba esta novela: "Desde hace años trabajo en una (novela) que se titula Los Sinsabores del Verdadero Policía y que es mi novela. El protagonista es un viudo, 50 años, profesor universitario, (con una) hija de 17, que se va a vivir a Santa Teresa, ciudad cercana a la frontera. Ochocientas mil páginas, un enredo demencial que no hay quien lo entienda".