Dentro de la celebración del Fin de Año Musical de Araia, llega este fin de semana, coincidiendo con la festividad de Santa Cecilia, patrona de los músicos, el turno de la Banda de Música de Araia. Es de toda lógica que un pueblo que es capaz de organizar año tras año, y van dieciocho, semejante muestra musical, no puede limitarse a ser simple espectador, sino que debe tomar su papel de interpretación y de creación. Por ello, la asociación Musical Germán María de Landazabal, organizadora del evento, ha decidido distinguir este año con un merecido homenaje a la Banda de su pueblo, que dicho así parece poca cosa, pero que es mucho.

Por los papeles que custodia el archivo municipal, sabemos que ya en el año 1876 había en Araia una banda de música. Su éxito debía ser considerable, ya que el año 1918 su director sugiere al Ayuntamiento la construcción de un kiosco en la plaza, que pudiera albergar sus conciertos, ya que la afluencia de público era tal que la presión de la gente estorbaba el normal desenvolvimiento de los músicos. En 1922 se creó la Unión Artística de Araia, una asociación que se dedicó a la promoción de las actividades culturales en el municipio de Asparrena, que lo mismo organizaba representaciones teatrales en el casino de Araia, que bailables amenizados por la Banda. Precisamente ése, el servir de banda sonora a los bailes de las tardes de los domingos, fue uno de los cometidos principales de la Banda a lo largo de ésta su primera historia y, mucho más adelante, causa indirecta de su desaparición.

Fue la proliferación de los conjuntos de música moderna, "ye-yes" se decía entonces, y la aparición de las discotecas en localidades próximas, como Alsasua y Agurain, así como otros problemas de índole más prosaica con el Ayuntamiento de la época lo que provocó el decaimiento de la Banda, que acabó disolviéndose en 1968. Da cuenta de la categoría de los músicos de Araia el hecho de que, en 1931, la Banda perdió a la mitad de sus componentes debido a que, entre otros araiatarras, se trasladaron a Legazpia, a trabajar en la fundición de Patricio Echeberría. Allí fundaron la txaranga Araia, que fue el embrión de la Banda de Legazpia.

Posteriormente las inquietudes musicales de los araiatarras hubieron de materializarse en las actividades de la txaranga que ponía calor a las fiestas y, por supuesto, de araiatarras como José Luis Ruiz de Gordoa y sus hermanos, los incansables Joselu Anaiak, todavía en activo con notable reconocimiento popular.

Porque la música, aun en las circunstancias más adversas, ha sido algo consustancial con la vida de Araia. Baste recordar los nombres de los organistas Juan Alberdi, Joaquín Zabala, Cayetano Echebarría y, Mª Josefa y Julián Martínez Egurrola, así como los de Jesus Mari Alegría Pinttu, fundador de Músicos sin Fronteras, y su hermano Gabi, sacerdote además de músico, represaliado por negarse a tocar el órgano en la inauguración de la Catedral Nueva de Vitoria, presidida por el dictador Francisco Franco, sin olvidarnos de la afortunadamente inacabable saga de los Markinez.

Hasta que en 1988 un grupo de jóvenes músicos, junto a diez de los antiguos componentes de la desaparecida Banda, deciden refundarla. A estos diez es a los que se homenajea ahora. Se trata de Benito Giné, Ricardo Goñi y Carmelo Mendia, ya fallecidos, Cecilio Apodaka, Augusto González de Langarika, Francisco Goñi, Francisco Markinez y José Luis Markinez, así como Javier López de Heredia y Javier Markinez, legendario batería de Los Diamantes, quienes continúan en la Banda actual, tocando respectivamente la trompeta y la percusión.

La renovada Banda, que contó con el apoyo incondicional del entonces párroco Josetxo Garmendia, así como del Ayuntamiento, se estrenó en las fiestas de San Pedro de 1989. Al poco tiempo, al calor de todo este entusiasmo musical, empezaron su andadura la Escuela de Música, el Coro y la banda de txistularis. El bautismo de fuego de la Banda de Araia fue en Getxo en 1991. Desde entonces, además de en el entorno de la Llanada, la Banda de Araia ha actuado en Vitoria y el resto de Álava, en Gipuzkoa, Bizkaia y Nafarroa, siendo habitual en el Carnaval de Zalduondo. Los componentes de la Banda recuerdan como especialmente memorable su actuación en los carnavales de Araia de 1993 vestidos de escoceses, ¡en pleno febrero!

La creación el año 1992 de la Asociación Germán María de Landazabal, ha vertebrado la actividad musical de Asparrena. Germán María de Landazabal, quien da nombre a la Asociación, nació en Araia el 11 de octubre de 1884. Recibió sus primeras lecciones de música de la mano del organista de la parroquia de San Pedro de Araia. Luego, en Vitoria, estudió piano con Juan Arámburu y armonía con Francisco Viñaspre. Terminó la carrera de música en el Conservatorio de Madrid. A partir de los 23 años consiguió becas para ampliar sus estudios en Roma, París y Munich. Sus contemporáneos le reconocieron como compositor de gran inspiración, considerándole una firme esperanza para el resurgir de la música vasca en el principio del siglo XX. Obras suyas son, entre otras, el poema sinfónico En la cumbre de Astobiskar y la comedia lírica La Reina Margarita. En 1927, cuando estaba en la cumbre de su fama y reconocimiento público, decidió emigrar a la Argentina. Allí llevó una vida modesta, que se ganaba dando clases de música, sin apenas componer nada que no fuera para su propio deleite. Así, humildemente, hasta el día de su muerte, que le sobrevino el día 20 de mayo de 1953, en la población de Guale-Guay, ubicada en la provincia de Entre Ríos.

Sirva todo lo antedicho como demostración palmaria de que el espíritu musical ha sido y es una constante en Asparrena y en su capital Araia, un municipio de aproximadamente 1.300 habitantes.

Merecido homenaje, pues, el que la Asociación Germán María de Landazabal, como vanguardia musical del pueblo de Asparrena, ofrecerá hoy a aquellos hijos suyos que consiguieron revitalizar la Banda de Araia. Tan importante acontecimiento tendrá lugar en Andra Mari Aretoa, tras el concierto de la Banda, que comenzará a las 13.30 horas.