cORREN finales de agosto de 2007. El trío vitoriano Growing acaba de registrar -como siempre en los Estudios Montreal de Hans Krüger- su Aquilles Heel, invirtiendo -también como de costumbre- las vacaciones en la consecución de su pasión musical. Hay una idea en la cabeza del cantante y guitarrista de la banda, Alain Hernáez. Una pulsión en busca de más música.
"Soy bastante prolífico componiendo, pero aquellos días estaba seco", recuerda Alain. Uno de los detalles de su personalidad llegó entonces en su ayuda, impulsando ese sentimiento, esa necesidad de expresión que, sin embargo, se frenaba por la falta de energías creativas. Alain Hernáez regresó al pasado. Y volvió Alain Alone.
"Soy un poco vintage y, desde los ocho años, tengo cintas con grabaciones clasificadas por años". Casi nunca hace ejercicio de nostalgia, pero en los últimos jirones de aquel verano decidió pincharse sus riffs y melodías pretéritos, "y llegué hasta 1997". De aquella escucha surgió una idea, rescatar algunas de esas piezas -a veces cerradas, a veces "simplemente un germen"- en una selección que ya dibujaba un camino. Porque Alain es mucho de planes -se dedica profesionalmente a labores de gestión- y ya tenía uno en mente. Crear un disco. En compañía, pero en solitario.
Porque sus fieles compañeros de Growing, en primavera, pusieron a su servicio batería (Javier Fernández) y bajo (Pablo Garrido) para dar forma a A new beginning, que él se acercó a grabar después. Cómo no en los Estudios Montreal. Cómo no en el mes de agosto. Diez días en los que compartió una vez más labores con Hans Krüger -que incluye sintetizadores- y en los que surgió una vena más íntima de su música.
"Aunque es un disco muy simple, en los arreglos y en las melodías vocales me dejé los cuernos", explica Hernáez/Alone, al que le quedó muy buen recuerdo de aquella semana larga entre micrófonos, trufada de visitas -algo habitual- de bandas afines a Growing como Half Foot Outside o Delorean. "Creo que fue la mejor grabación de mi vida, aprendí mogollón con todo el proceso", rememora. El trato familiar -en su más amplia expresión- puso el resto para apuntalar la experiencia semicatártica. Al menos, sí en nombre. De Hernáez a Alone.
Año y medio tuvo que pasar para que Alain tuviera entre sus manos el resultado final, el pasado mes de abril. ¿Y entonces qué? "Al principio pensé que era un proyecto sin más, de estudio", reconoce. Pero todo cambió en una conversación con su homólogo en The Brontës, Raúl Rama. "Un día que me junté con él descubrí que le pasaba lo mismo que a mí, porque ponerte a tocar solo es desnudarse demasiado, no hay el refugio del grupo".
Raúl y Alain hicieron tándem musical y compartieron -por separado- escenario para mostrar sus temas más íntimos en 2008 y 2009. Y, inquieto como es -"llevo un ritmo de disco por año"-, Hernáez comenzó a pensar ya en un nuevo álbum donde recoger más temas. El resultado, grabado a principios de este año, está a punto de salir del horno, y ofrece otro pequeño giro en su mirada musical. "Para mí sí que es diferente, las canciones son aún más desnudas, he trabajado más aún las armonías vocales y he tratado de darle un sonido menos procesado, más natural", una intención a la que apoya un nuevo ingrediente en directo.
Se trata de Natalia Neumann -también presente en el proyecto Esme Squalor-, con la que forma un nuevo tándem, Alain Alone&The lonely violin. "Me ha dado un subidón desde la entrada del violín", asegura el compositor y músico gasteiztarra. "Hay momentos en una canción en que es necesario que descanse la voz, que no esté todo el rato ahí, y además con el violín de Natalia queda mucho más bonito".
Las canciones tristes y melancólicas -"pero siempre abiertas a la esperanza"- de Alain tienen sus próximas citas en Pamplona y Gasteiz (Café Jazz-Antzokia, 26 de marzo), aunque, entre ambas fechas, seguro que surgen más bolos. "Para esto no hago un plan estratégico, voy sobre la marcha, me da igual dónde y cómo, pero estoy deseando tocar". Las buenas reviews de su primer trabajo, la última en la revista Mondo Sonoro, son un buen apoyo para una apuesta que viaja alone, pero siempre en compañía. Para un nuevo comienzo, con sabor a pop y a indie. Con sabor íntimo.