"Se presentaron desarboladas totalmente, desencuadernadas por dentro, existencialmente hechas polvo, económicamente desfondadas, y con el semblante airado y a la vez dolido. Decía Mónica la virgen, con una rabia interior muy sentida: ¡Quiero un trabajo de una puta vez! ¡Ya!, y se desgañitaba amargamente contando que en cuanto se enteran de quién es, y de que ha sido carne del telecirco, nadie la contrata".
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