Fernando Álvarez rige el bar-restaurante Rosi. Con más de 22 años como hostelero -prácticamente media vida-, Fernando asume con naturalidad las interminables jornadas que arrancan poco más tarde de las cuatro de la mañana.
Lo primero es remarcar la diferencia de oferta que se da entre semana o en "finde".
Entre semana la mayoría de la clientela trabaja por aquí cerca, así que ponemos menús a precios asequibles. La gente tiene más prisa, no hace sobremesas... En los pintxos pasa parecido, son más tradicionales.
Aunque ahí está la carta para el que lo prefiera.
Claro, es una oferta más elaborada.
¿Qué podríamos encontrar en esta opción?
Podríamos empezar con un queso de cabra al foie con higos caramelizados, continuar con un confit de pato al horno, por ejemplo, y finalizar con una concha de chocolate con helado de queso Idiazabal al aroma de Pedro Ximénez.
Creo que todos los postres son caseros.
Así es. Hay tarta de chocolate frío, de orujo, de zanahoria, de cuajada con mermelada de fresa, de queso con caramelo... Y lo típico: arroz con leche, cuajada, etcétera.
Los vinos tampoco le van a la zaga en este sentido.
Tenemos una carta amplia. Hay, por ejemplo, Tilenus, del Bierzo, muy arcilloso; Vetus, de Toro; Silvanus de Ribera; +7, que es un Rioja muy reputado... Hay Izadi, Valserrano, etcétera. Tenemos blancos como Mocen Sauvignon, Xarmant (txakoli alavés) o Albariño. Cavas como Perrier Jöuet o Juve & Camps, rosados, vinos dulces...