"Una de las cosas que más me llamaron la atención (y que una vez llamada hicieron que metiera la cabeza en el horno) fue el profesor de protocolo y oratoria, Liberto López, que se dedicó a tirarle los tejos a las alumnas, sí, a esas mismas a las que luego miran con desprecio porque son más de barrio que la Macu y la Lore. A Azahara le dijo que tenía unos ojos preciosos, y se lo soltó a lo Bella Durmiente, arrodillado frente a ella.