"La comparación con América es ociosa, aquella es otra liga. Y otra forma de relacionarse con el dinero. Allí abundan las listas Forbes y a la gente no le produce rubor revelar su salario. En España -quizá porque habitamos un país de envidiosos y tememos que nos paralice descubrir que el vecino gana más que nosotros-, preguntar por el sueldo equivale a tocar los temas de alcoba. Es de mal gusto".