presentaba Concha Lago hace unos días en este medio un artículo sobre el momento de la radio con el acertado título de El éxodo radiofónico vuelve loco el dial para presentar el panorama de cambio que se ha producido y producirá en las próximas semanas. Este tsunami de nombres que cogen la maleta y se van a otros micrófonos viajando por el dial en singular locura de Hermanos Marx, tiene como epicentro la cadena Ser, de la que ya comentamos las inevitables consecuencias en la audiencia la marcha de Paco González, que con cajas destempladas primero recaló en T5 y ahora ancla sus reales en la Cope, posible beneficiaria de esta pelea de gallos en las alturas. La televisión depende para su éxito del carisma de los presentadores mientras que en la radio, siendo estos importantes, basan su éxito en comunicar con un gran equipo que va pasando por los micrófonos; mientras que en la televisión se manejan importantes cantidades para los fichajes de los conductores de programas, en la radio las cantidades son más modestas y los saltos por dinero no suelen ser habituales en este medio. Y como la excepción confirma la regla, este otoño tendremos movimientos, marchas, huidas, éxodos e incorporaciones de nombres sonoros de la radio como Abellán, González, Del Val, Lama, Castaño y otros que pueblan el estrellato radiofónico. La decisión de expulsar de la Ser a su narrador González, por una pelea barriobajera de aquí mando yo, puso en marcha la apetencia de la Cope y a partir de este momento, todo es posible a nivel de conductores en los deportes, epicentro del terremoto que asola la radio. Bien es verdad, que estos movimientos cambiarán poco las narraciones, modos y contenidos de la radio; contratos y nóminas de los beneficiarios ya es otro cantar. La radio sigue dormida.
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