Los últimos serán los primeros", Mateo dixit. También el azkenero, especie que grabó ADN en la sala Azkena y muta en el asfalto de Mendizabala, es el primero en sentir la llamada del decibelio. Seis de ellos se emocionan con nosotros. Cuentan sus experiencias en el ARF y lo que esperan de esta edición. Muchos son los llamados al rock. Estos ya son algunos de los elegidos.

Dorleta Martínez de Aramaiona. De la tienda a la carpa

Los días del festival tienen para Dorleta más de 24 horas. Combina el trabajo en Electra Store con su pasión. Y ambos caminan juntos. Dorleta recuerda "con cariño" el primer ARF de la sala Azkena, "en un año en que empezó a haber movimiento en Vitoria, porque nacía también Helldorado", apunta, mientras trata de recuperar sus cervicales para poder agitar el cuello en la cita del día 24.

Porque el jueves es para ella "el gran día, casi todos los grupos me apetecen". También entran en su abanico principal Chris Isaak, Imperial State Electric, The Hives -"no los he visto nunca"-, Bronze -"son colegas"- o The Russian Roulettes, que "si suenan en directo como en el disco van a ser cañeros".

Cada año está lleno de expectativas. La mayoría cumplidas y superadas. La primera que le viene, aún reciente, la de Black Crowes. Pero, en catarata, tras los Robinson emergen la coreada noche de MC5; la "buena añada" de 2005 -Monster Magnet, Wilco, Queens of the Stone Age...-; la visita de Pearl Jam -"cada vez que pongo el directo es un chute de energía"-; o descubrimientos como Rose Hill Drive y Super 400. "Hay quien va sólo a los grandes, a mí me gusta quedarme también con los desconocidos".

Toque quien toque, el "inmejorable" ambiente de Azkena invade todo, con la certeza del encuentro con muchos amigos y la sorpresa de impactantes imágenes, como la del bajista de Brant Björk "a pleno sol y sin quitarse la chaqueta". Un deseo: que, algún año, "la carpa suene bien". Un puñado de sueños: "Siempre espero a Neil Young, PJ Harvey, Sonic Youth...".

Txabi Arnal. Underground colectivo

Txabi se calza la camiseta de Faces. Habla a las caras y a las claras. "Tener un festival como el ARF en casa, para la gente que le gusta el rock&roll, es un lujo". Los recuerdos, como a Dorleta, se le agolpan al echar la vista atrás. "Jamás vamos a volver a ver un concierto como ése", sentencia al evocar a Black Crowes, de nuevo catalizadores del flashback. Se encadenan la sorpresa de Sex Pistols -"no los esperaba tan potentes"-; "la primera vez que vi a Jayhawks"; que Ray Davies "viniera a verme a casa"; o el ambiente que crearon Los Lobos. "Escuché a alguien que eran como Joselu Anaiak; fue una fiesta, la gente necesitaba alegría después de Mark Lanegan". Txabi disfruta cada año con la posibilidad de ver artistas en crecimiento, como Ely Paperboy, y con la reivindicación colectiva de un género que "ya no llega a los chavales de 18. Es un festival tranquilo, y a esa tranquilidad contribuye la media de edad. En la última década el rock se ha convertido en movimiento underground".

Aunque al principio "no tenía mucha fe" en el cartel de este año, una vez cerrado le convence. Por Chris Isaak y Robert Gordon. Por "el detalle de la organización con Hot Dogs". Por la eterna incógnita de Dylan. "¿Gustará a muy pocos o a casi nadie? Le he visto cuatro veces y sé que me va a gustar. La gente menos puesta puede sentirse atraída, pero Dylan no va en paralelo, es perpendicular. No ofrece conciertos para cantar, hace los temas casi irreconocibles. La incógnita será: ¿teclado o guitarra...?".

Por otro lado, Kiss. "Con ellos lo vamos a pasar muy bien; entienden que buena parte del rock es espectáculo, diversión, y que no hay que ser tan puristas". Su sueño de cartel pasa por "poner en nómina, todos los años, a Black Crowes", y acercar a Vitoria a The Who, Neil Young, Eric Burdon... Por soñar...

Elena López Aguirre. Antropóloga del decibelio

"La música es el misterio más grande que enfrentamos". Elena cita al difunto Lévi-Strauss, colega de faenas analíticas. Porque, además de pasión, la música es el territorio en que esta periodista investiga, profundiza y siembra su conocimiento. Por eso, aunque no ha podido ser muy habitual del festival, coincide con Txabi en que es "un lujo" que le gustaría haber pillado con unos cuantos años menos. "Antes, en una década, había los mismos conciertos que ahora en un solo verano".

Elena huye de mitos y preferidos, pero acepta el juego de elecciones. Entre lo escuchado y vivido en Mendizabala, se queda con Wilco, "que me dejó muy sorprendida, porque pensaba que era un grupo de country y resultó muy experimental"; con Soulbreaker Company, "que reivindican con lo que yo empecé, el hard rock setentero"; y "la pegada" de Steepwater Band. Es decir, la mágica noche que abrió el no menos mágico encuentro de 2005.

Este año se perderá la cita, pero apuesta por el punk-rock de Bad Religion, invita a echarse un gustoso vistazo a la primera parte de la autobiografía de Bob Dylan -Crónicas I- antes de escucharle y aplaude la capacidad del ARF como "encuentro de gente". Espera, además, el resultado audiovisual que recogerán esas inminentes cámaras con las que Bajo Ulloa rodará un documental -género predilecto de Elena- para el festival. Pero todo es subjetivo. "Cada uno se quedará con lo que quiera, porque la música es un lenguaje universal". Tan universal como el poder primigenio de una guitarra, que remite subliminalmente a lo salvaje, a la catarsis. Y que se une en su interior a un interés por la antropología musical. Pasión racional. Razón apasionada.

José Ramón Gómez "Pi". Melancolía heterodoxa

La pasión de Pi ocupa muchos metros cuadrados. Miles de discos invaden su salón. El conocimiento del medio, sus neuronas. Este periodista y especialista audiovisual ha estado en todos los Azkenas y tiene claro qué es lo mejor. "Los amigos, los colegas con los que lo comparto y la gente que encuentras allí y no has visto en todo el año".

Cuando José Ramón le da a la húmeda, se vuelve más rockera que la de los Stones. Rockera y mucho más, como su propia discoteca. Él nació "con el punk", pero puede saltar en tres segundos al rock de los 50, al protoheavy o al americana. Tiene mucho. Sabe mucho. Le gusta mancharse las manos en las tiendas de vinilo, dejar muchas huellas de su delito. ¿Y qué ha dejado huella en su idilio con Azkena? Aunque "tenía miedo por cómo aguantarían el paso del tiempo", gozó con Stooges y el "sonido grandioso" de su bajista Mike Watt. Otros "momentos grandes", Sex Pistols, "a pesar de la división de opiniones", y la "nueva vuelta de tuerca al rock" de The Soundtrack of Our Lives. El "progresivo y actual" sonido de Fireballs of Freedom, el "rollo academicista pero divertido" de Dan Auerbach, el "repaso heterogéneo" de The Zombies, la "recuperación de sonoridades" de Wolfmother...

Muchos son los instantes guardados en la chupa de un festival "apacible, individual y respetuoso", porque "el rock ya es un negocio, un parque temático; ya no molesta". Para este año Pi convoca la misma receta de siempre, abrirse a la sorpresa y aceptar el tácito "ejercicio de melancolía, un poco masoquista", de reencontrarse con grupos. Porque Pi espera a los Damned del 77, a los Saints de antaño, pero, ¿serán estos los que suban al escenario? Otros apetecibles, Jim Jones Revue, revisión afilada de Little Richard; los garageros y clásicos Black Lips; la promesa lúdica de Imelda May y El Vez... Y, por pedir, que no quede. A Pi le gustaría ver en Vitoria tendencias como las que abanderan Shellac, Liars, Sumo, Boris... "Y ya que se ponen a juntar, propongo a Hawkwind con Lemmy Motorhead..., ¡o que resuciten a Ian Curtis de entre los muertos!".

Fernando y José Luis. En la onda del rock

Empezó "como una especie de broma" y ya son trece años los que José Luis Blanco y Fernando López de Heredia llevan maquillando el dial de rock. Los impulsores de El Pintalabios (Hala Bedi) lo tienen claro. "Nadie pensaba que el Azkena se iba a convertir en este monstruo; un monstruo atípico, porque es de los más enfocados al rock&roll".

La lista de grupazos, infinita. Red Kross, The Pogues, Hoodoo Gurus, Violent Femmes, BossHoss, Beasts of Bourbon, Steve Earle, Ray Davies, Dictators... "Y el de New York Dolls en la carpa, el año de la tormenta del jueves (2004), el mejor". Coinciden, como todos, en que el ARF es "un festival muy de amigos, de rockeros militantes de buen rollo, gente muy leal".

Y como "es como un festival en una gran sala, pero sin paredes", la cita se ha extendido por Gasteiz y "ha empujado mucho al rock; vivimos un momento en el que programan muchísimos bares, en el que hay muchos músicos que quieren montar banda, mucha gente animándose a hacer cosas".

Los dos vuelven al dial, que mañana despliega su último programa de la temporada (17.00). Seguro que el ARF ocupa un buen pedazo de espacio con NRBQ, Hot Dogs, Bronze, algunos de sus preferidos de este año. Girl Trouble, Susie 4 o Mike Ness -en solitario- son sueños de futuras ondas sobre el cemento. ¿Por qué no en la décima? Pero, por ahora, llega el noveno círculo.

l Txabi Arnal. Profesor y guionista literario, a Txabi le apasiona el rock, y voló el año pasado con los Black Crowes.

l José Ramón Gómez "Pi". Con el "Space Ritual" de Hawkwind entre los brazos y su colección de vinilos al fondo, poco más que comentar. Este polivalente profesional audiovisual es un devorador confeso de música.

l Dorleta Martínez de Aramaiona. En la tienda de Cercas Bajas, el rock se devora. Dorleta une trabajo y pasión, y vende abonos para el ARF a raudales. Recuerden, padres, no son intercambiables. ¡Y no hay sillas para Dylan!

l Fernando López de Heredia y José Luis Blanco. Desde su negra pecera de Hala Bedi, comparten desde hace trece años su gusanillo musical con los oyentes. 107.4 de FM. El sábado (17.00), último programa del curso.

l Elena López Aguirre. Estudia y goza el rock. Elena posa con el cartel de Juncal Ballestín para un festival que aparcó en 1982 en Fueros.