ES sabido que los ricos también lloran, como nos enseñó un afamado culebrón sudamericano, pero lo que no contaba es que lloran lágrimas empapadas en lienzos firmados por Picasso, Dalí, Matisse y Mondrian, en fotografías originales de Man Ray, en cheques de cifras astronómicas, en contratos de seguros de vida por cantidades absurdas. Francia está conmocionada por el juicio que arranca hoy, en el que un fotógrafo de 62 años está acusado de aprovechar las debilidades de Liliane Bettencourt, de 87 años, para expoliarle una parte de su fortuna. Porque no se trata de unos miles de euros sustraídos por un gigoló a una anciana acomodada. Se trata de mil millones de euros desaparecidos en los últimos once años del patrimonio de la mayor accionista del grupo multinacional L"Oreal.

En esta morbosa partida de dinero, intereses empresariales, desamor maternofilial, pasión y, quizá, sexo, juegan cuatro peones principales. La reina indiscutible del tablero es la ultramillonaria Liliane Bettencourt, hija del fundador del emporio. Es la segunda persona más rica de Francia, según Forbes, reina de la alta sociedad gala y filántropa a más no poder. De eso sabe mucho el rey de la historia, François-Marie Banier, de 62 años. Fotógrafo amigo de famosos desde su juventud como golden boy en los años sesenta (Dalí, Louis Aragon, Marisa Berenson, Pierre Cardin, Françoise Sagan, Isabelle Adjani y Johnny Depp se encuentran en su lista de amistades), es gay declarado pero ha sido acompañante y amigo íntimo de algunas de la mujeres más acaudaladas de Francia. En los últimos años, ha recibido de la millonaria casi mil millones de euros en obras de arte, dinero y seguros, aunque él dice que es mucho menos. Quien se quiere comer al rey del tablero es Françoise Bettencourt-Meyers, única hija de la potentada y también accionista de L"Oreal junto a su marido, Jean-Pierre Meyers, la cuarta pieza del tablero. El matrimonio ha emprendido una feroz lucha contra Banier al que acusa de aprovecharse de la debilidad mental de su madre para expoliarla.

El abogado de Liliane asegura que lo único que aqueja a la heredera de L"Oreal es la sordera, y que las donaciones realizadas a Banier son fruto de su generosidad y de su voluntad de gastar su patrimonio como desea. Sea como fuere, lo que parece claro es que madre y hija están muy distanciadas desde hace lustros, concretamente desde que Françoise contrajo matrimonio. Ella y su marido comparten sillón en el consejo de L"Oreal y paquete accionarial con su madre, viuda desde hace años. La familia Bettencourt aún posee el 30,8% del capital de la multinacional, seguida de cerca por Nestlé (29,6%). Se da la circunstancia de que si la anciana heredera fallece o es retirada del consejo por enfermedad, la firma de alimentación tendrá opción preferente para la compra de las acciones. En esa venta podría residir el interés del matrimonio Meyers por dejar claro ante los tribunales que la anciana no es responsable de sus actos. La pareja se juega mucho en este proceso. El juez ya denegó el pasado año la petición de la pareja de que Bettencourt quedara bajo tutela judicial

El morbo está servido en Francia. Liliane no se amilana y reta a todos con un reciente viaje al Caribe con Banier. El Tribunal de Nanterre verá a partir de hoy el caso abierto contra el fotógrafo, cuyos abogados no descartan airear cartas íntimas entre el fotógrafo y la millonaria, hasta cinco mil, amenaza el acusado, para demostrar que entre ellos sólo ha habido "dulzura". Y generosidad.