Berlín. El director Martin Scorsese desató ayer la primera tempestad mediática y cinematográfica de la Berlinale al frente de Shutter Island, un film que arranca como thriller y deriva en inmersión en la locura, apuntalado en la grandeza de Leonardo DiCaprio.
Con Shutter Island llegó el hasta ahora único bombardeo serio de flashes bajo el cielo berlinés y lleno absoluto ante el estreno del tormentoso filme de Scorsese, exhibido fuera de concurso, pero plato fuerte de su sección oficial, al menos en lo que a despliegue mediático se refiere. DiCaprio regresó como astro-rey a la alfombra roja, diez años después de acaparar flashes con La playa y dispuesto a desatar su segunda tempestad, custodiado por Ben Kingsley, Mark Ruffalo y Michelle Williams, sus compañeros de reparto, y presididos por Scorsese.
"Pertenecemos a generaciones distintas, pero hace diez años que trabajamos juntos y hemos alcanzado nuevos niveles de cooperación, a lo que se une la increíble madurez artística de Leonardo", afirmó el director, abriendo la ronda de elogios mutuos y recordando su trabajo conjunto en Gangs in New York y The Aviator. "Ya no soy tan joven, pero cuando sí lo era entendí que habría que estar loco para desaprovechar la oportunidad de trabajar con Scorsese. Hemos desarrollado una especie de camaradería", redondeó el actor.
En la madurez interpretativa de un DiCaprio que sigue sin haber borrado los contornos adolescentes de su rostro se sustenta el tormentoso Alcatraz psiquiátrico en que Scorsese coloca a su actor. Teóricamente se trata de desenmascarar a psiquiatras de alma nazi, tan sedientos de experimentar con su cerebro como con cualquiera de sus pacientes/reclusos.
Con Alguien voló sobre el nido del cuco quedó claro que es más fácil salir de la cárcel de alta seguridad que de un manicomio. La pregunta ahora es cuántos viajes de ida y vuelta entre realidad y locura caben en un filme, cuántos huracanes, cuántas torturas internas y quién es quién en el falso thriller.
"Era un desafío. Un film que exigía mucha empatía, mucha emoción de todos. Por suerte, estábamos en buenas manos", afirmó Ben Kingsley, otro amigo fiel de la Berlinale, como el propio Scorsese, quien dos años atrás provocó otra tempestad mediática en la apertura del festival acompañado de Rolling Stones y su Shine a Light.
Es difícil imaginar en qué hubiera derivado un guión como el del filme sin esas buenas manos a las que aludía Kingsley y la madurez de DiCaprio. La inmersión en la locura no escatima vendavales, relámpagos, impactos visuales y delirios, hasta hacer pensar que tal vez sí convendrá recurrir a la lobotomía.
Foster a la berlinale Texto"Me preguntaron si iba a competición y dije que no. Fue así, ¿verdad?", respondió Scorsese, haciéndose el despistado y buscando amparo en su productor, Bradley J. Fischer, a la cuestión de por qué no estaba entre los 20 aspirantes a Oso. "Venimos a Berlín igual de contentos, dentro o no de la competición", prosiguió. La trayectoria del arquitecto británico Norman Foster y su filosofía de urbanismo sostenible se presentan en la Berlinale en forma de documental con nacionalidad española, que sobrevuela los paisajes, edificios y recuerdos de este emblemático artista del siglo XXI.
How much does your building weigh, Mr Foster? (¿Cuánto pesa tu edificio, señor Foster?), de los directores Norberto López Amado y Carlos Carcas, retrata al arquitecto en su vertiente profesional con algunos guiños a su vida privada para cerciorarse de que la mente lúcida del protagonista es también humana.
Tomando la afición de Foster a volar, la cinta realiza, durante setenta minutos, un viaje guiado por los aires en el que se sobre vuelan algunos de sus más famosos edificios, como el aeropuerto de Pekín o el viaducto más alto del mundo, el de Millau, en Francia. La sensación de formar parte de ese vuelo se incrementa cuando la cámara recoge desde diferentes ángulos partes de los edificios que evidencian la difícil tarea de los directores para conseguir tales planos. >efe