EL esqueleto de la historia está dibujado en la cabeza de los dos ilustradores. Y un esqueleto rellena de color negro el cabello de una protagonista. Los personajes son disfraces que inventan historias. Y el niño, disfrazado de inquietante reunión de huesos, pone de su parte.
La sala Amárica dispone el lienzo en blanco de sus paredes para las largas tiras de viñeta. Blanco sobre blanco para compartir la afición al noveno arte. La de los profesionales del trazo, Gerardo Armesto y Mikel Díaz de Corcuera, y la de todos los que se acercaron ayer a la experiencia que lleva por título Cómic en vivo, que hoy vivirá un nuevo encuentro a partir de las 19.00 horas de la mano de borja Crespo y Rober Garay.
La banda sonora que ha elegido Mikel casa a la perfección con el esqueleto. Rammstein. Ideal para moverlo. Y para mover el pincel. El rotulador, en este caso. Su hermano Juan Luis presentó la idea al Buzón Amarika y, una vez aceptada, le propuso tomar parte. "Es jodido hacer esto en un sitio con gente, estás expuesto a las miradas; por eso intento tener un poco el ambiente de casa", explica mientras continúa trazando la historia de su extravagante personaje. "Pero manías tenemos todos, ¿no?". La suya le impedirá llegar a una cita por unos concretos minutos. Muy concretos.
Mikel no se ha perdido ni un concierto del grupo alemán, que ahora cambia por Sober. Mientras tanto, Gerardo Armesto finiquita el lienzo de acuarela que sirve como una especie de portada para su cómic. "El tercero de mi vida", tras los dos que dibujó para la revista Replika. "Me lo propusieron estos chicos y es una cosa que me divierte", asegura el artista vitoriano, que traslada a las paredes una proyección de su trabajo actual, basado en la línea de máxima pendiente.
La sucesión de viñetas hablará también de la capacidad de impacto del arte. "Cuando vamos a una exposición ya no nos sorprendemos de nada", así que propone precisamente eso, la historia de una instalación que integra entre sus formas la de un ser humano. Y que acaba por regurgitar su propio concepto.
Muy cerca, Josean Morlesín acaba su viñeta. Una anciana y una niña con una zoocometa. ¿El paso del tiempo? "O la imaginación", sugiere. "Vi la actividad en el periódico, soy dibujante y me interesó venir, porque estas iniciativas para gente de nuestro ámbito están bien para conocerse". Y para probar la escala del lienzo-pared con su estilo de rotu tintachinesco.
Maider y Leire tienen el estilo cerca. El del padre de la primera, Joaquín Lara, que las ha acercado al bocadillo de Amárica. "Lo he chafado", confiesa Leire, curtida por la academia de dibujo, tras desechar su primera obra, una niña de ojos felinos. Ahora se dedica a pulir pulpos y gatos. Maider prefiere un sapo sonriente, que se oculta entre la maleza, mientras aún sigue dibujando el niño-esqueleto... Pero el Cómic en vivo ya no está en los huesos. Empieza a tener chicha.