Vitoria. El libro juega en casa. Como las letras se atraen entre sí, formando palabras, pensamientos, sentimientos, también la almendra vitoriana y la creación se convierten en imanes afines para dar forma a la Casa de la Literatura, proyecto que busca hogar en las calles del Casco Viejo con la intención de convertirse en referencia cultural.
"Lo miré desde el punto de vista del vacío, de la ausencia", relata el escritor y editor Roberto Lastre, promotor de la idea, que se percató de la dispersión existente en Gasteiz en cuanto al universo del libro se refiere. "Hay ciudades que tienen un Ateneo, que tienen una Academia de las Letras; en Vitoria hay una necesidad de enfocar la literatura con una atención, con un desarrollo propio", apunta Lastre.
La idea partió al observar el editor la ausencia de un espacio concreto y referencial para la presentación de libros. La Casa de Cultura, diversas librerías y algunas asociaciones asumen este desarraigado papel, sólo una línea más en la dispersa actividad literaria local. ¿Por qué no abrir -como se abre una página- un espacio que dé cobijo a todas esas actividades que surgen en torno al libro?
Las presentaciones serían uno de los alimentos de esta publicación -pública-acción- que, reseña Lastre, ya tiene antecedentes o, por así decirlo, cantera. "Los responsables de la Fundación Catedral Santa María dejaron huella con sus encuentros con escritores, que acercaron hasta Vitoria a autores como Follett o Saramago", recuerda el también autor cubano, afincado desde hace diez años en Vitoria.
¿Por qué no dar continuidad a esta inercia ya cosechada -y ahora en barbecho-, trasladándola de Santa María a la Casa de la Literatura? "Las editoriales obligan en sus contratos a presentaciones literarias", apunta Lastre, y esto sería sólo la primera tabla del muelle en un puerto con muchos posibles viajeros, desde premios Euskadi a premios Cervantes, pasando por autores de talla -y galardón- internacional. Lastre lo recuerda de una experiencia anterior, que al final no llegó a fructificar. "Para un congreso que al final no se organizó tenía atados a dos premios Nobel. Son escritores abiertos a venir, no es difícil traerlos, sólo es un problema de dinero y de agenda".
Pero la Casa de la Literatura no será sólo un lugar de paso... También un lugar de poso. Muchas actividades construirán las baldas sobre las que sostener estos volúmenes pasajeros. En este centro habrá lugar para tertulias, para lecturas, para talleres, para charlas. para ludoliteratura, para exposiciones, para efemérides, para el asesoramiento... Y para la historia. "Hay gran cantidad de información archivada, grandes autores como Ignacio Aldecoa, Félix María Samaniego, Ernestina de Champourcin; podría ser un centro de la memoria de la creación literaria de Álava, pero también del País Vasco, de Europa...", esboza Lastre.
En el tema formativo, la actividad estaría dirigida a espacios concretos y especializados que no se solapen con otras apuestas que ya se desarrollan en la capital alavesa, "cursos que no se limiten a enseñar -de manera meramente lectiva- la literatura española, sino programas sistémicos, más profesionales -guión, metaficción, narrativa de la memoria, estructuras formales, cómo crear un best-seller...-, y también cursos destinados a una serie de sectores, como cursos para discapacitados". Además, entre los planes de trabajo, figura la organización de un Congreso de Metaliteratura Anual y de un Congreso Holístico Bianual.
La Casa de la Literatura como centro del entramado de actividades literarias de la ciudad, pero también como punto de encuentro de editores, libreros, críticos... Y como catalizador de las realidades que acaecen en el mundo de la página, organizando charlas sobre temas como el futuro del libro, o sobre nuevas formas de creación y difusión como la videopoesía o el libro electrónico, por poner dos ejemplos.
Convenios con bibliotecas, sinergias especializadas con el trabajo que se desarrolla en la Facultad de Filología, reuniones informales relacionadas con el ámbito de la creación... muchas comas con las que poner ritmo a esta narración en pleno prólogo, que buscará convertirse en enclave neurálgico del norte peninsular y, por qué no, también a otra escala del mapa. "Es un proyecto literario, pero también hemos pensado a través de él en el turismo y en la proyección internacional que pueda tener".
El círculo se cierra y, si su equipo fue el encargado de forjar -entre otros muchos capítulos- aquellos encuentros con escritores en Santa María, Gonzalo Arroita apoya ahora, a través de Arich (Agencia para la Revitalización de la Ciudad Histórica), esa búsqueda del local adecuado, con solera y posibilidades prácticas, para la ubicación de esta Casa de la Literatura, siempre con el empeño de convertir la almendra en "un referente cultural", señala el propio Arroita.
El punto de partida se escribirá antes de 2011, cuando se encuentre y acondicione ese local idóneo, mientras el proyecto comienza a tejer su red de contactos, siempre abierto a aportaciones de cualquier agente o institución. "Hay miles de formas de revelar, de descomponer el mundo del libro", asegura Lastre, que pondrá al servicio de este proyecto -en el que colaboran asociaciones diversas- su experiencia al frente de la editorial Arte Activo. "Hay que aprovechar la experiencia como editor, el saber cómo funciona todo esto, sus problemáticas, sus formas de difusión", apuntilla.
La Casa de la Literatura está en ese prólogo, buscando sus tapas, esperando a la página para volcar todas esas ideas que ya están esbozadas. Buscando el momento de convertirse en ese "foro abierto" donde confluirán los libros y sus cultivadores, los libros y sus amantes, los libros y todas las historias que los rodean. La almendra planta una nueva semilla. Sus hojas aún están por escribir.