madrid. "Llegué por el dolor a la alegría. Supe por el dolor que el alma existe...", escribe José Hierro en el Libro de las alucinaciones. Un sentir que recorre todo el volumen de las Poesías completas (1947-2002) de este poeta, que por fin ve la luz este mes, cuando se cumplen siete años de su muerte. Publicado por Visor y con Miguel García Posada y Julia Uceda como editores, el libro, que sale esta semana a la calle con toda la poesía de Hierro, es una de las asignaturas pendientes que tenía la poesía contemporánea con el premio Cervantes, como reconocen los editores de la misma.

Y es que desde 1974 no existía un libro que recogiera en un volumen toda la lírica de este poeta de la posguerra, que nació en 1922 en Madrid, donde también murió el 21 de diciembre de 2002, pero que se consideraba cántabro de adopción, ya que a los pocos años se trasladó a Santander. Un poeta al que le tocó hacer poesía "fatalmente testimonial", como él mismo recuerda por su "afán de justicia" y "solidaridad con los oprimidos".

Aunque no se quedó ahí porque su poesía, alimentada por el dolor, las penurias, la cárcel, y la belleza del mundo, recorre también parte de la poesía del XX, porque tocó el modernismo y el romántico, bebió de la generación del 27, y llegó a una poesía metafísica sobre el hombre y su existencia, pero sin hermetismos. "La edición de las Poesías completas de José Hierro ha sido hasta ahora inexplicablemente preterida pues su obra es fundamental en la poesía contemporánea española", explica Julia Uceda, para añadir que su poesía "era tan arrolladora y popular que sospecho que solapaba la profundidad y complejidad de la misma". Así, Poesías completas (1947-2002) con prólogo también de Julia Uceda, recoge los nueve libros más una docena de inéditos. Esto es: Tierra sin nosotros, Alegrías, ambos de 1947; Con las piedras, con el viento (1950), Quinta del 42 (1952), Estatuas yacentes (1955), Cuanto sé de mí (1957), Libro de las alucinaciones (1964), Agenda (1991) y Cuaderno de Nueva York (1998). El libro incluye los dos prólogos que escribió José Hierro para las dos ediciones de sus poesías completas, la de 1947, para Seix Barral, y la de 1962 que le encargó Vicente Giner.

Según Uceda, "Hierro era un hombre sencillo que solo pretendió ser un poeta. Y en su poesía, casi más que en los datos biográficos, está su vida. Fue un hombre de su tiempo desde el idealismo, no desde los presupuestos prácticos que ahora, lamentablemente, infectan, no a toda, pero sí a gran parte de la intelectualidad española". Por su parte, el poeta y crítico Miguel García Posada apunta que esta edición nace para "ofrecer a las nuevas generaciones el conocimiento sobre la existencia del poeta más importante de la posguerra española". "A Hierro le perjudicó que se le encasillase en la poesía de testimonio, pero el tiempo ha pasado muy bien por su poesía", añade Posada. "Tenía una carga histórica brutal -continúa-, no era exquisito porque no tenía muy depurados los sentimientos. Hacía una poesía violenta y tierna a la vez como su rostro. Era un hombre muy comprometido con la realidad histórica que todo lo transformaba en vida. Fue coherente con su verdad".