Washington. ¿Está obligado Tiger Woods a hablar sobre su vida privada a causa de un estúpido accidente, cuando siempre la ha protegido ferozmente?
Estados Unidos no acaba de ponerse de acuerdo y, entre tanto, el circo mediático continúa y no sólo en los tabloides, sino hasta en la prensa seria, que ha trasladado el affaire Woods de las páginas de deportes a sus portadas. Desde que el astro mundial del golf sufriera un estrambótico accidente -sin graves consecuencias físicas- en la madrugada del pasado viernes, todo el país no para de preguntarse (y regodearse) por las causas de que chocara su coche a baja velocidad cerca de su residencia en Orlando, Florida, en una espiral de chismes que el silencio del deportista no ha logrado detener.
¿Adónde iba a las dos de la madrugada? ¿Le perseguía su mujer con un palo de golf, furiosa por una presunta aventura extramarital? ¿Fueron sus laceraciones faciales causa del accidente o de violencia doméstica? Las preguntas no cesan desde todos los medios.
La policía ya ha dejado claro que la única causa que podría afrontar será la de "conducción negligente", con una multa de 164 dólares.
Pero eso no ha logrado acallar los rumores, al igual que tampoco lo han hecho la decisión de Woods de ausentarse del circuito de golf en lo que queda de año ni lamentar en comunicados la "falsedad" de "historias maliciosas" sobre su accidente.
Más bien han tenido el efecto contrario, avivar aún más una curiosidad ya de por sí desmedida.
The Washington Post constata que el caso "ha llevado al voyerismo a nuevas profundidades" y achaca la desmedida curiosidad por el golfista a su hasta ahora inmaculada imagen. Woods "es la personificación del sueño americano que creció en nuestros salones, rompiendo récords y corazones por el camino", señala. "Lo impulsamos al Monte Olimpo. ¿Cómo osa descender y sangrar?", ironiza la periodista.
Mientras no paran de salir a la palestra otras tantas supuestas amantes de este número uno del golf, Woods se ha adelantado pidiendo perdón públicamente a su familia y a su mujer, aunque el sitio web RadarOnline informó ayer de que tiene en su posesión las fotografías eróticas que una de esas amantes, una camarera llamada Jaimee Grubb, enviaba a Woods.