O la odian o la quieren. No existe término medio. En torno a su conocida figura hace lustros que ya no se dibujan opiniones grises. Ni tampoco elogios de gratuidad. Porque nacer con absoluto talento para la actuación, como para la escritura o el cante, supone ejercer un don que también conlleva un látigo. "Y el látigo es únicamente para autoflagelarse", como bien concretaba Truman Capote. A nivel personal, por supuesto, pero también para con la sociedad. Con ese terrible ojo crítico externo que resulta incontrolable. Más en un país, como Estados Unidos, en el que se multiplican los ambiciosos y paletos. Porque no son pocas las veces que la trabajadora y exigente Anne Hathaway ha estado en el punto de mira. Bien por su condición de intelectual neoyorkina, con formación en la Gallatin School of Individualized Study de la Universidad de Nueva York; o por su exquisita formación en el mundo de las artes: es una consumada bailarina, que además estudió en el Broadway Dance Center y, como primera soprano, en 1998 tuvo el privilegio de ofrecer dos conciertos en el Carnegie Hall. Una incipiente carrera que bien le hubiese llevado por escenarios de medio mundo de no haberse cruzado en su vida la exitosa Princesa por sorpresa.Princesa por sorpresa
Su primer gran papel protagonista contaba la historia de una joven estudiante americana, Mia Thermopolis, que descubría inesperadamente que en realidad era la princesa heredera del pequeño reino europeo de Genovia. Un filme cuya trama, todo sea dicho, resultaba más facilona que un episodio de Los Serrano o Al salir de clase,Al salir de clase pero que caló muy mucho entre el público de comienzos del nuevo milenio. Y lo más importante: la convirtió en una estrella.
Además de los meses posteriores al estreno de dicha película, la cual (por cierto) le unió para siempre a la maravillosa Julie Andrews (su abuela y reina Clarisse Renaldi en la ficción), ha habido otro incontestable momento en su trayectoria que la ha elevado a los cielos. Este fue cuando lo ganó absolutamente todo -el premio Oscar, el Globo de Oro, el BAFTA y el SAG a Mejor actriz de reparto- por su interpretación en Los miserables.Los miserables Quince minutos de musical, tres de ellos insertos en una formidable, portentosa e hipnótica actuación de I dreamed a dream, le bastaron para protagonizar una de las mejores escenas de la historia del cine, según los expertos. El personaje de Fantine, además de otorgarle gloria internacional, la consagró como la excepcional actriz que es hoy. Una mujer que prefiere los cafés y teatros de Broadway a toda esa tontería que impera en Beverly Hills.