Era su deseo prioritario para 2020, una pesadilla que arrastraba desde 2015, pero por fin se ha hecho realidad. María Teresa Campos, la exreina de la mañanas, es también desde este pasado julio la exmonarca de su excesiva mansión, esa que mantenía con sudor y guita , en la localidad madrileña de Las Rozas, y de la que ansiaba desprenderse. Cinco años de angustia han transcurrido desde que colgó por primera vez el cartel de Se vende, pero el resultado ha merecido la pena: tres millones de euros ha sonsacado por la operación. Un pellizco menor del que buscaba la periodista, claro está, pero al fin y al cabo bien apetitoso, sobre todo en el dineral que a partir de ahora va a ahorrar en mantenimiento, siguiendo esa máxima que afirma que se puede vivir cómoda y feliz con pocos cojines, baños y jarrones.
Porque la Campos deja atrás 15 años de vivencias en un palacete que ha sido testigo, entre otros salseos, de varias portadas del Hola, un villancico desentonado (el que grabó junto a su entonces Edmundo Arrocet), meriendas a base de porras y chocolate, y un confinamiento Terelu-mamma que recordó muy mucho a la serie Las chicas de oro, pero con más laca y morbo castizo.
Además, el casoplón se había convertido estos últimos meses en plató improvisado para acoger los rodajes del nuevo canal de YouTube de la comunicadora malagueña. Ese en el que junto a su inseparable Meli Camacho (que cada día se asemeja más a una versión recauchutada de Pitita Ridruejo) ha entrevistado a figuras como Jorge Javier Vázquez, Poti o los Javis.
Además, tanto madre como hija pequeña, Carmen Borrego, participarán en la última aventura audiovisual de Calvo y Ambrossi. La presentadora se interpretará a sí misma en Veneno, mientras que Carmen dará vida a una colaboradora de un programa del corazón. Ojalá sea recuperando aquella joya televisiva denominada El Corrillo. Es una impulsora, sin duda, de la televisión salsera que ahora degustamos, pero con mayores dosis de autenticidad y costumbrismo.