Casi treinta años han transcurrido ya desde que Ridley Scott subiera a Susan Sarandon y a Geena Davis sobre aquel descapotable Ford Thunderbird y las convirtiera en historia del cine. Y también tres sonadas décadas han pasado del inicio de una de las leyendas urbanas más sonadas de la Valladolid International Film Festival. Es decir, de La Seminci. Quizá, a modo de jugosa retrospectiva, es buena hora para recordarla.
Lo de Thelma & Louise fue un éxito internacional inmediato. Pocas semanas después de su estreno en 1991 la película ya se proyectaba en prácticamente todas las salas multicines del mundo. El filme de Ridley Scott sobre dos valientes mujeres marcadas por los hombres que emprenden una terrible huida sin fin marcó a toda una generación y, por supuesto, a sus dos actrices protagonistas: Susan Sarandon y Geena Davis. Pero también a Brad Pitt. ¡Sobre todo a él! El ahora famosísimo intérprete, reciente ganador del Oscar a mejor actor secundario por Érase una vez en? Hollywood, debutó en dicho inolvidable alegato feminista. Hasta entonces solo había ejercido de eterno figurante y segundón en multitud de producciones y telefilmes. Y aquí arranca nuestra jugosa intrahistoria. Más concretamente en el seno la primera Seminci de los años 90.
Cuenta la leyenda vallisoletana, esa que dice la verdad (según siempre han confirmado periodistas de la tierra), que por aquella semana dos buenas amigas se encontraban de vacaciones en la capital de Castilla y León absolutamente ajenas al devenir cinematográfico del International Film Festival. Su máxima era visitar los rincones de la ciudad y, como mucho, salir caída la noche a tomar unas buenas copas. Tenían solo dos días. Pero claro, la escapada les pilló entre semana y dudaban de que un martes diese de sí en Valladolid. Pero finalmente se animaron. Cena, postre, copa y... a conquistar la nuit. ¡Y vaya si lo hicieron!
En el primer bar se dieron de bruces con un espectacular tordo americano, de melena rubia, pecho cuadrado y sonrisa perfecta. Tan cachas como el Jesús Vázquez de la época, pero con pisar de votante republicano. Enseguida entablaron amistad e incluso se fueron de marcha toda la noche. Bailaron, cantaron, rieron, bromearon, se abrazaron, tomaron chupitos, rozaron bíceps.... pero no se percataron en ningún momento de que ese hombre de melenas rubias era actor. Pisaba la ciudad para promocionar la cinta del momento: Thelma & Louise, y su nombre y apellidos eran (y son hoy más que nunca) Brad Pitt. La inspiración, prosigue la costumbrista fábula, les llegó cuando semanas después vieron el filme y a ase cuerpo semidesnudo con sombrero vaquero. Quisieron entonces reír, llorar, gritar, pero sobre todo contárselo a todo el mundo. Y así lo hicieron. Las crónicas de la época son testigo de ello.