Europa se rearma. Hay amenazas de agresiones, invasiones, o sea, de guerra, y por eso gastará más en Defensa –un concepto lógicamente cada vez más amplio– y Seguridad. Fabricará y comprará más armas y material tecnológico. Miles de millones de euros. Habrá más soldados y muchos países –los que no la tienen ya, o todavía, que son varios– regresarán al servicio militar obligatorio. Como la mayor parte de Europa, el Estado español ha vivido, digamos que sin mayores sobresaltos y aparentes contradicciones, bajo la seguridad que le proporcionaban EEUU y la OTAN, que venía a ser lo mismo. No solo los estados, también la ciudadanía. En España, la mili la abolió un gobierno de la derecha –nada menos que bajo la presidencia de José María Aznar– hace ahora 24 años por la presión popular. Por cierto, fruto del compromiso que adquirió Aznar por exigencia de CiU en el famoso pacto del Majestic que le daba la investidura. Eran tiempos de paz y amor. Lo han sido hasta ahora, sin atisbo de autocrítica por parte de nadie. Las guerras –‘¡No a la guerra!’– estaban lejos. Hoy todo está del revés. Los Estados Unidos de Trump –ese será pronto su nombre oficial– abandonan a Europa a su suerte. Aquel millonario Plan Marshall de los años 40 de ayuda a la reconstrucción de Europa no existe. Aquello no era solidaridad: era crear USAdependencia. Hay quienes están en contra del rearme. “Más armas no soluciona nada”. “No a la guerra”, again. Viva la paz. Lo que no dicen es cómo se soluciona. Bueno, sí: diálogo y diplomacia. Una broma con quien dialoga con ojivas nucleares encima de la mesa. Conviene recordar que las potencias mundiales abandonaron a la República española, sin medios ni armas para hacer frente al golpe de Estado, y luego a los vencidos. Y Franco celebraba “la paz”. 25 años de paz... y muchos más. Quizá algunos prefieran una paz similar a esa a un rearme disuasorio. Bye bye, Mr. Marshall.