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En confianza

Javier Vizcaíno

Bildu: la prueba del algodón

EH Bildu es ese conocido que, cada vez que te lo cruzas por la calle, te dice que un día te pegará un toque para quedar a tomar algo “y ponernos al día”. La cita jamás llega a concretarse. De hecho, de alguna manera, se trata de eso: de que el encuentro quede eternamente pendiente, pues, si se celebrase, dejaría de tener sentido la conminación a compartir un café o una cerveza. Del mismo modo, la coalición soberanista se cuida mucho de no culminar sus continuos (ya hasta lo cansino) ofrecimientos de grandes acuerdos de país y de dejarlos siempre en estado de emplazamiento, lo que resulta muy cómodo para hacer oposición. Cómodo y, añado, ventajista. De ese modo, se consigue que parezca que la pelota está permanentemente en el tejado de enfrente. Por no remontarnos más atrás, el ceremonial se repite desde el inicio de la legislatura. Salvo en cuestiones de matiz y muy medidas (ayer mismo, la actualización del mapa escolar), los animosos pronunciamientos no fraguan. De hecho, ocurre lo contrario, como comprobamos en la casi olvidada negociación presupuestaria, cuando, después de un sinnúmero de reuniones, Otegi mandó parar y las cuentas salieron con la mayoría absoluta que ya tenían asegurada, la que suman PNV y PSE.

Un tanto fatigado por la repetición de la coreografía, en el sustancioso encuentro organizado por Deia anteayer, el lehendakari Imanol Pradales afirmó que veía el pacto de salud como la prueba del algodón sobre la sinceridad de los llamamientos de EH Bildu a alcanzar acuerdos. Coincido con el lehendakari, si bien manifiesto mi escepticismo al respecto. Nada sería más deseable que un consenso en materia sanitaria de las tres fuerzas que, sumadas, encarnan la centralidad vasca. Y lo mismo vale si hablamos de la también encallada negociación sobre la revisión fiscal. Me encantará reconocer mi error, pero, de momento, mucho temo que la táctica y la estrategia de la fuerza soberanista de izquierdas se impondrán a las necesidades reales del país.