Las urgencias de todo tipo derivadas de una catástrofe como la registrada hace un mes en Valencia y Castilla-La Mancha han recuperado para el primer plano del debate público el debate sobre la burocracia. Las herramientas que nos proporcionan las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones derribaron hace décadas los espesos muros que describía el vitriólico “Vuelva usted mañana” de Mariano José de Larra. Pero no acabamos de despejar algunas telarañas que penalizan la calidad, la velocidad y especialmente la cercanía que debería presidir nuestras relaciones con la administración. La iniciativa de poner en marcha una aplicación para móvil que oficie como “ventanilla única” para realizar en cualquier momento, frente a cualquier administración y desde cualquier lugar, cualquier trámite es una buena idea. Acelerará y generalizará la interoperabilidad entre sistemas. Hará innecesarias muchas peticiones de documentos que ya están en poder de cualquier nivel institucional. Propiciará que podamos seguir, paso a paso, cómo va “lo nuestro”.

Ojalá incluya otro paso decisivo. Comprendo que las comunicaciones con el ciudadano deben ser pertinentes, contener toda la retahíla de normas, artículos y fundamentos jurídicos en concurso ideal con los verbos que les son propios. Asumo que esta críptica elocuencia garantiza la pertinencia de la resolución, oficio, comunicación, o bártulos propios de cada acto administrativo. Pero animo a que un resumen asequible aclare al destinatario, normalmente adscrito a la categoría de “común de los mortales” que la joya de orfebrería procedimental que esta leyendo no es, como parece, una velada amenaza. Solicita, simplemente, que incorpore al expediente su partida de nacimiento. Proximidad.