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En confianza

Javier Vizcaíno

Europa, juego de trileros

Miren que hace uno esfuerzos por mantener viva la llama del sentimiento europeísta, pero cada vez es mayor la tentación de ceder al desánimo y hacer una peineta mirando a Bruselas. De verdad, quise poner de mi parte y ver como un razonable ejercicio de real-politik la componenda entre las grandes familias representadas en el Parlamento de los 27 para repartirse las poltronas de la Comisión Europea dejando a su frente a Ursula von der Leyen como mal menor frente al auge de la extrema derecha. Pero ya veo que los firmantes de ese acuerdo tan primario están requetedispuestos a pasárselo por el arco del triunfo en función de sus disputas internas y/o domésticas. En mi ingenuidad oceánica, pensé que cuando el Partido Popular español comenzó a sembrar guano para frustrar la designación ya pactada de la ministra Teresa Ribera como comisaria y titular de una vicepresidencia, sus correligionarios de los otros estados les atizarían un capón por enredar y poner en peligro un consenso que había costado decenas de reuniones y que, además, les beneficiaba porque retenían la presidencia. Pues no solo no ha sido así, sino que tenemos al jefe de los conservadores, Manfred Webber, liderando las maniobras orquestales en la claridad. Y lo hace, además, porque el juego sucio de Núñez Feijóo contra la aspirante socialista le viene de perlas en la pugna interna por el poder que mantiene el tipo con su compatriota y compañera de militancia Von der Leyen. Su intención nada disimulada es hacer sudar a su rival y, en la carambola número quince, de imposible comprensión para los profanos, meter la suficiente presión a los socialdemócratas para que respalden a un candidato propuesto por la neofascista primera ministra italiana, Giorgia Meloni. ¿Una línea roja intraspasable? ¡Ja! A última hora de ayer, Pedro Sánchez se merendó el sapo. Los socialistas votarán al ultra para salvar a Ribera. Los euroescépticos se frotan las manos.