EH Bildu ha dado por muerto el Estatuto de Gernika. Otra vez. Así habló Zaratustra-Arnaldo Otegi el pasado sábado, al anunciarnos rotundamente el “fracaso” del modelo neoliberal y el “fracaso” del modelo autonómico, al tiempo que, por contra, aseveraba que su formación “es la historia de un éxito político”. He aquí un extraordinario ejemplo de humildad y autocrítica. El Estatuto cumplirá en unos días 45 años, achacoso pero vivo y coleando. No es la primera vez que alguien dicta su certificado de defunción, aunque para la izquierda abertzale siempre nació muerto. Y con muertos. El primero fue el entonces secretario general de ELA Jose Elorrieta, quien en un acto celebrado en Gernika –dónde, si no– allá por 1997 nos reveló la verdad: “El Estatuto ha muerto”. Han transcurrido 27 años. Claro que fue en ese mismo acto en el que afirmó aquello tan sonado también de “ETA sobra y estorba”, y la cosa tardó veinte años en dejar de estorbar. Por cierto, Otegi también plagió muchos años después, en 2011, esta coletilla de Elorrieta sobre ETA –“La estrategia militar sobra y estorba”, dijo–; es lo que tiene el éxito tardío. Desde entonces, el Estatuto ha tenido muchos enterradores, pero ahí está. Aunque parece claro que necesita un contrato relevo para que el autogobierno afronte una nueva etapa, esa sí que es una historia de éxito. Vemos, por ejemplo, que Catalunya –tras una fiebre independentista que la ha llevado al colapso y que por aquí muchos exigían imitar– va a tener, 45 años después, una especie de concierto para su financiación “singular”, algo que tenemos los vascos y vascas desde entonces y cuyas bases y esencia de bilateralidad quiere trasladar Euskadi al terreno político. Claro que eso se reivindicó y se arrancó aquí incluso en la calle con multitudinarias manifestaciones –a las que, por cierto, acudía ELA...– en favor del Concierto antes de la propia Constitución. Así que lo que de verdad está muerto, al hoyo, y lo vivo... al bollo.