Sostuvo ayer la coportavoz de EH Bildu en el Parlamento Vasco, Nerea Kortajarena, que “los vascos no tienen rey”. La frase es tan resultona como, por desgracia, infiel a los hechos. Para empezar, la generalización es matizable. Aunque, ciertamente, son una minoría, varios miles de ciudadanos de los tres territorios de la demarcación autonómica y un porcentaje mayor en la foral se sienten monárquicos. Pero es que si vamos a la tozuda realidad administrativa, a pesar de que muchos no lo queramos, tenemos como jefe del Estado en el que estamos encuadrados a Felipe VI. Ojalá un día no sea así, pero me temo que nos lo fían para largo.
También aseveró Kortajerena que los vascos “no rinden pleitesía a ningún Borbón”. Se refería, obviamente, a la visita protocolaria que realizó ayer el lehendakari Imanol Pradales al Palacio de la Zarzuela. Para empezar, los encuentros de este tipo solo forman parte de una normalidad que la coalición soberanista acepta desde el momento en que participa –y cada vez, más activamente– en las instituciones del literalmente denominado Reino de España. Por lo demás, la acusación a Pradales nos rejuvenece a quienes vimos, hace 29 años, al histórico líder de la izquierda abertzale Jon Idigoras luciendo una corbata por segunda vez en su vida para despachar con Juan Carlos de Borbón durante unos minutos. Las hemerotecas recogen que el dirigente de Herri Batasuna definió la charla como “breve, respetuosa y distante”. Más reciente tenemos la otra recepción del Borbón hoy semiasilado en Abu Dabi con un representante del soberanismo de izquierdas. El visitante de Zarzuela en esa ocasión fue el entonces diputado de Amaiur Xabier Mikel Errekondo, que saludó al monarca con una obsequiosidad que llamó la atención, aunque todavía fue más comentado que en la rueda de prensa posterior, el exjugador de balonmano se refiriera al Borbón en numerosas ocasiones como “Su majestad”. Eso sí pareció pleitesía.