El clásico de los trileros del rastro o los mercadillos. ¿Dónde está la bolita? Con la habilidad y la experiencia que le caracterizan, Arnaldo Otegi movió anteayer los cubiletes y, al descubrir el del medio, nos encontramos con el premio en forma de oferta que el PNV no podría rechazar. Justo ahora, en medio de la campaña electoral, el líder máximo de EH Bildu propone a los jeltzales que, a partir de la próxima vez, las dos formaciones concurran juntas en europeas y en generales. Es decir, que dejen la competición solo para las elecciones al Parlamento Vasco, las forales y las municipales.
En primer lugar, hay que anotar, como subrayaba la cronista política del Grupo Noticias Míriam Vázquez, que la supuestamente generosa invitación a ir de la mano vino precedida de haberse marcado como objetivo ganar a los de Sabin Etxea el domingo. Como te digo una cosa, te digo la otra… ¿Qué hay de serio en la proposición? Absolutamente nada. Se trata de uno de tantos cebos de campaña para dar que hablar un rato y ver si Ebro abajo alguien pica y tira de esos titulares que animan el cotarro. Si verdaderamente hubiera una intención sincera tras las palabras de Otegi, se podría haber dejado el asunto para el lunes y, desde luego, antes de comunicarlo en público, se optaría por una llamada discreta a los interpelados. En cuanto a las posibilidades de que se fragüe una alianza como la que se ha puesto sobre la mesa, creo que pocas veces hemos estado más lejos. Basta repasar el histórico reciente de exabruptos que desde la coalición soberanista se han dedicado al PNV y/o a los dirigentes de las instituciones regidas por los jeltzales. Recuérdese que, aunque luego hubo una especie de marcha atrás, hace unos meses se llegó a calificar como fascista al partido liderado por Andoni Ortuzar. Aun así, por decirlo todo, sí creo que hay determinadas cuestiones en las que los acuerdos no solo son posibles sino también deseables. Se podría empezar por ahí.