La campaña electoral de las europeas cumple hoy una semana. Y me temo que hay que añadir que con más pena que gloria. Conste que no por falta de motivación o de esfuerzo de las dos formaciones principales del terruño. Nada hay que reprochar a quienes se las están maravillando para tratar de que los asuntos propios centren el debate. Ocurre que enfrente está toda la artillería mediática hispanistaní vendiéndonos la moto averiada de que el 9 de junio se disputa la segunda vuelta de las generales del 23 de julio de 2023, es decir, que todo lo que se juega es la primacía del PSOE sobre el PP o viceversa. La cuestión es que, como me decía ayer Izaskun Bilbao Barandica, hay varios medios vascos, incluyendo algunos con mucha potencia de fuego, que se han sumado a esa versión reduccionista de los hechos.

Con la autoridad que da haber pasado quince años trabajando a destajo por Euskadi en Bruselas y Estrasburgo, la veterana eurodiputada del PNV que ha cedido el testigo a Oihane Agirregoitia dejaba muy claro en esa entrevista que no es lo mismo quién nos represente en unas instituciones en las que se deciden infinidad de asuntos fundamentales de nuestra vida diaria. Arrimando, como es lógico, el ascua a su sardina, Bilbao Barandica proclamaba que si no nos representaba su partido, lo haría otro, “y no está garantizado que ese otro lo vaya a hacer bien”. Después de haber echado un vistazo a un interesante informe de la web especializada en datos Maldita.es, puedo añadir a la frase que ni siquiera está garantizado que según quién vaya a hacer algo. En ese ranking sobre el trabajo de los eurodiputados elegidos en el estado en 2019, la bermeotarra figura en la parte altísima de la tabla en todos los parámetros. Así, es la quinta que más iniciativas por día ha presentado en estos cinco años, con un promedio de 1,14, es decir, más de cinco veces más que Pernando Barrena, que figura en la zona baja de la tabla. Pues eso, que no es lo mismo.